El registro vivo de los artistas

La obra trasciende el espacio concreto de la sala teatral y el tiempo que estipula los treinta minutos de duración. L’avarieté (teatro bombón) se disfruta como experiencia desde el momento en que se ingresa al edificio. En el hall de entrada, previo al comienzo de la función, la exhibición de vestuarios, fotografías y objetos funcionan como espacio sensible nutriendo y desplegando el universo de la obra.  La Casa del Teatro es en sí misma un registro vivo de de los más de cuarenta artistas que viven en ella. Artistas, ahora adultos mayores de entre sesenta y noventa años, que han dedicado su vida a la escena nacional. Son ellos, sus historias, su presencia y su voz los protagonistas de esta obra.

La función transcurre en el Salón Comedor al que se accede luego de subir nueve pisos por ascensor. Nuevamente, el tránsito por el edificio es parte del espectáculo, el espacio es presencia viva, narrativa. En el Salón Comedor nos recibe un piano, algunas mesitas, luces cálidas y copitas con limonada, propiciando un ambiente que se acerca al café concert.

El piano del “Maestro” Hernán Matorra acompaña cada una de las canciones e historias que despliegan los artistas residentes.  Con vestuarios festivos algunos, elegantes y más sencillos otros, cada intérprete a su momento comparte sus músicas y en ellas, su vida. El repertorio de rancheras, boleros y tangos,  ronda  temáticas universales como el amor, la soledad, el dolor. Tal vez para recordarnos que más allá de los tiempos hay cuestiones que no caducan.

La ternura, la nostalgia, la simpatía se mezclan entre las canciones y funcionan de a destellos, iluminando. La historia contada en la voz de sus protagonistas y en su propia casa,  es la riqueza central de la propuesta. Una invitación a viajar de la mano de los artistas, a dejarse llevar por la música.

Ficha:

Actores: Artistas residentes de La Casona del Teatro

Músico: Hernán Matorra

Director general: Gastón Marioni