Llevar la tinta en la sangre

Una forma de descubrir quiénes somos o de dónde venimos es hurgar en nuestro árbol genealógico: encontrar en sus raíces el linaje que define la visión que tenemos de la vida, descubrir en sus ramas las posibilidades de haber sido otros, vernos reflejados o no, en esos parientes cercanos o lejanos, y poder asumir la herencia genética, ancestral y terrenal, a la cual no podemos renunciar tan fácilmente.

Es así, como Lorena Vega me mete en su propio universo; a través de anécdotas, documentos, fotos y fragmentos de videos, trata de reconstruir la historia de una familia ligada al oficio de la imprenta: su abuelo, su padre, sus hermanos fueron imprenteros. Si bien ella, no siguió ese camino (dedicándose a la actuación y la dirección entre otras cosas) encontró en esta propuesta la manera de integrar el oficio a su producción artística, logrando como resultado este maravilloso espectáculo.

La historia comienza con Lorena hablando de su padre; frente a un micrófono, le cuenta al público quién fue y qué relación tenían. Luego, se incorporará un grupo de actores que en una especie de psicodrama o constelación familiar asumirán los roles de padre, madre, tío, etc., incluyendo a su alter ego (una chica más joven que hace de ella misma en otras instancias de su vida). Siempre presente en la reconstrucción de estas pequeñas escenas -desde afuera- Lorena las va armando y dirigiendo sobre el escenario: guía a los actores, hace sugerencias e interviene en el desarrollo de las mismas. También se hará presente su familia real en diversas formas y apelando a distintos recursos escénicos.

La dirección y dramaturgia de Lorena Vega es impecable; la dinámica, el desplazamiento de los interpretes en el espacio, el ritmo, las coreografías y el uso de diversos dispositivos, hace del relato una puesta por demás interesante, atractiva y emotiva. Los actores cumplen su rol con absoluto compromiso y solvencia; se brindan al juego de la representación logrando poner de manifiesto eficazmente la dualidad actor-personaje; salen y entran del rol asignado para, luego, convertirse en espectadores sin salir del cuadro. El espacio –despojado- contará solo con lo necesario: una pantalla de proyector, un micrófono de pie, unos pallets de madera puestos con el fin de recrear un depósito y que puedan ser utilizados como gradas por los actores para sentarse. Quien está a cargo de las cuestiones técnicas (sonidos, proyecciones, etc.) permanece a un costado del escenario siendo parte, a su vez, de la escena.

Esta es sin dudas una propuesta para no dejar de ver; un proyecto que comenzó en el año 2018 en el Centro Cultural Rojas y, que, desde entonces pasó por las más importantes salas de la cartelera porteña formando parte de muchos festivales; un espectáculo que sigue haciendo funciones a sala llena y que no deja de emocionar, hacer reír y reflexionar.

Ficha:

Intérpretes:  Lorena Vega, Sergio Vega, Federico Vega, Julieta Brito, Vanesa Maja, Juan Pablo Garaventa, Christian Garcia.

Dirección: Lorena Vega