Una obra con un gran vuelo poético

En un pueblo del interior vive Julián. Su casa está lejos de las demás. El horizonte y la carretera marcan la frontera que lo cerca día a día. En la inmensidad de ese descampado convive junto a su madre, Ana, y su abuelo, Claudio. De su padre se sabe poco. En medio de esa especie de soledad compartida, de la cual tratan de huir, solo hay algo que lo motiva y lo entusiasma; la llegada de su amigo Marcos. Ambos adolescentes comparten los secretos y la complicidad de un mundo donde todo está por descubrirse. Solo los diferencia, en principio, su lugar de origen. Julián creció en un hogar marcado por las carencias económicas donde el único sostén pareciera ser un criadero de gallinas, y los no tan claros ingresos de su madre. En cambio, Marcos, proviene de una familia acomodada, bien constituida, sin dificultades de ese tipo. Marcos llega a la casa de Julián para pasar la noche. Trae su carpa, una mochila con ropa, un rifle para cazar y se dispone a acampar cerca del gallinero. La historia comienza a girar alrededor de la figura de un gallo desaparecido. Se convierte en un símbolo. Un animal doméstico. Un ave que canta, pero a pesar de tener alas no vuela. Julián siente que no puede ser quien es, por eso escribe poemas en secreto y ansia volar o escapar saltando las cercas de ese gallinero, en el cual se encuentra muchas veces encerrado, sin poder liberarse. La escritura o el canto serán la única salida que tendrá para intentar remontar vuelo y escapar de aquel lugar donde hasta el amor está vedado.

Las maravillosas imágenes que se despliegan en la escena generando climas y abriendo el universo de la obra al espectador, son de una precisión y una belleza que, sincronizadas junto a música y a la iluminación, hacen que la puesta por momentos se vuelva cinematográfica. Hay un cuidado estético de la obra que recorre hasta el último detalle de lo que se puede apreciar. La dirección de Nacho De Santis, también dramaturgo, no deja nada librado al azar. Los actores se lucen en cada uno de sus personajes. Claramente definidos, caracterizados, y por sobre todo representados con un gran compromiso actoral. Generan climas de gran tensión que pone en vilo al espectador capturando por completo su atención en los momentos claves.

Una obra de una gran belleza estética con un texto que nos indaga, permitiéndonos recorrer los recovecos de lo poético, e instándonos a alzar el vuelo atravesando ese horizonte rígido e inmóvil que delimita la realidad.

 

Ficha:

Dramaturgia:

Nacho De Santis

Actúan:

Juan Cottet, Adriana Ferrer, Valentino Grizutti, Luis Gutmann