Esto se iba a llamar Proyecto Chejov ( Work Sin Progress)

Esto se iba a llamar Proyecto Chejov ( Work Sin Progress)

Ficha

  • Datos de funciones:

    Festival Temporada Alta (4 al 16 de febrero) Timbre 4

  • Prensa:

    Prensa: Marisol Cambre

 

El ser del teatro

“¿Por qué cuestionarse todo?” Enuncia Felipe Rubio, el creador y armador de Esto se iba a llamar Proyecto Chejov ( Work Sin Progress), mientras intenta mirarnos. Sí, mirarnos a los espectadores.

Actualmente, la exposición de nuestra vida, de nuestras dudas, de nuestros dolores tienen millones de sitios virtuales para ser expresados, pero siempre esa manifestación está mediada por una pantalla que nos separa de aquel que acaba de contarle al mundo de una inmensa tristeza o de una alegría que lo desborda.

Paralelamente, persisten otros espacios para desnudar quiénes somos y lo que nos sucede. Las efímeras artes del tiempo, como el teatro, que sólo urgen del encuentro físico y espiritual con un otro, lo son y lo seguirán siendo. Esto se iba a llamar Proyecto Chejov (Work Sin Pogress), leída como obra posmoderna en clave de biodrama y/ o, como una investigación profunda por la historia de Rubio y de las formas teatrales, lo es en el sentido fuerte del verbo.

En un sitio vacío de escenografías y decorados, el creador y sus “ayudantes”-Emilia Rebottaro y Vicky Bello-  transitan el tiempo y  el espacio a partir de actos sinceros y lúdicos que nos sumergen en la búsqueda de la identidad familiar, personal…en una pesquisa de sentido constante, llena de  preguntas que parecieran no tener fondo.

Ese cuerpo, el del compositor teatral, juega en la sala sin emitir sonido como en el cine silente; ese cuerpo se para frente a los presentes para relatar historias que ha construido en base a otras que le han contado; ese cuerpo baila intentando revivir su sueño de pequeño; ese cuerpo no para de cuestionarse y cuestionarnos,  ese cuerpo está ahí. Es presencia pura. Es ese hombre- que teme descubrir que no es irlandés, que le teme a compartir sin amor, que encuentra que hacer teatro es un acto de amor y de resistencia- el que transpira, el que siente pudor, y  el que lo enuncia… el que se emociona y lo manifiesta. Esa presencia constante rompe toda cuarta pared y denuncia que estamos en el teatro “¿debemos exigirle al teatro que nos mienta bien? ¿Debe ser una gran mentira o una gran verdad?”.

La  figura física pequeña, aunque enormemente expresiva entra en esa acción narrativa junto a objetos y cosas que nos abren a mundos de sentidos y asociaciones. Los dispositivos lumínicos que acompañan a la iluminación teatral, se vuelven una constante. Un casco de minero- actividad característica al país vecino- con su respectiva luz, lucecitas y luces portátiles iluminan el espacio caracterizado por una  oscuridad casi plena.

La elección y la generación de la música sorprende por el desenfado en fusionar momentos sonorizados con música clásica- que parecieran darle solemnidad a ese encuentro teatral- con  canciones pop de los 80- que Rubio baila cumpliendo su sueño- y temas cantados  en su pianito. No hay jerarquías, todo vale, todo significa y resignifca.

Las piezas del rompecabezas de Rubio se completan con la incorporación de pantallas y la proyección de fotos, videos, audios que dejan entrever cómo éste pareciera ir y venir sobre los vínculos y el amor hacia sí mismo y los otros: “A veces pienso que la obra la hago para mi sobrino”, “Si no fuéramos irlandeses no sé cómo se lo diría a mi padre”.

Indudablemente, Esto se iba a llamar Proyecto Chejov (Work Sin Progress) no es una obra sobre el autor ruso; sin embargo, al igual que éste supo captar los paradigmas existenciales de la sociedad rusa de su tiempo, Rubio manifiesta una sensibilidad similar para expresar, a través de su historia, lo que sus contemporáneos sentimos y, muchas veces, sufrimos.

Ficha:

Dirección: Felipe Rubio

Compañía Monomujer: Migrantes

(Espectáculo chileno)

Categorías: Reseñas

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