No hay lugar como el hogar.

 

Como parte de un ciclo de dramaturgia curado por Cynthia Edul se presentan en este momento en el Centro Cultural San Martín dos obras que pretenden explorar las cartografías psicológicas y físicas que ofrece nuestro territorio. “Nuestro”, nunca antes tan íntimo, remite a la idea de la familia, las conexiones sanguíneas y sociales que establecemos con esa gente que parece estar, fatalmente, atada a nosotros. Parte de este ciclo son las puestas “Joey, el monstruo moreno” y “El Placer”.

La obra parte, en principio, de un experimento de autoría colectiva. Cuentan los participantes en una charla al final de la obra, que la idea surgió del director, Jorge Eiro, en la que presentó algunas cartas que llegaban a su madre durante la última dictadura cívico militar en Argentina de parte de sus compañeros de militancia. En conjunto con el elenco, utilizaron estas cartas y algunos recuerdos personales, para dinamitar infinidad de posibles escenarios de improvisación con los que se fue materializando y construyendo, como un complejo y un poco averiado artefacto, esta puesta escénica. De este modo consiguen crear lo que Eiro decidió nombrar una “autoficción alterada”.

El exceso de práctica, ensayo, reelaboración del guión y construcción colectiva se percibe en escena. Los actores, como reales personajes de una de esas ficciones sociales que conocemos como familia chocan, se desentienden, se muestran impotentes y derrotados, carecen de un lenguaje en común. Percibimos su intimidad, incómoda e interpelativa.

En la obra tres hermanos hacen un viaje para visitar la última casa donde vivió su madre, que recientemente ha fallecido, y ocuparse de los detalles prácticos que se precisan para vender la casa. La escenografía, a cargo de Ariel Vaccaro, no es otra que la casa. Esta casa tan cargada de significado, que gira sobre sí misma para presentarnos diferentes escenarios de esta interacción entre gente que, en apariencia, no tiene nada en común salvo un remoto pasado.

En los diálogos se percibe la impotencia propia de la cotidianeidad, la imposibilidad comunicativa y la necesidad, aun entendiendo esa imposibilidad, de establecer puentes, lazos que conecten a estas personas, que las vuelvan a constituir como familia, en ese territorio árido y desamparado que es la muerte de la madre. Una potencia expresiva que se busca más dentro de lo gestual que de lo literal/literario que el guión pueda hilvanar.

De más está decir que el placer y la voluptuosidad brillan por su ausencia. Siendo advertido, entonces, querido espectador, disfrute la función.

 

Ficha

DIRECTOR: Jorge Eiro

ELENCO: Sol Fernández López, Zoilo Garcés, Cristián Jensen, Juana Rozas