El brote

El brote

Ficha

  • Datos de funciones:

    En cartelera

  • Prensa:

    Alejandro Veroutis

 

Todo comienza por algo pequeño

Un brote es algo nuevo, que está naciendo, que está preparándose para crecer y mostrar todo su esplendor, algo pequeñito, con cientos de posibilidades latentes contenidas en su interior, es sorpresa, es una promesa es… un comienzo.

Beto (Roberto Peloni) es un actor que trabaja hace muchos años en una compañía de teatro estatal, en la que se dedican a hacer clásicos y llevarlos por todo el país, incluso han tenido la posibilidad de ir al exterior, él se sabe bueno, pero nunca le llega un protagónico, siempre papeles chicos y está cansado de eso.

La puesta es delicada y elegante, nobles telones tiza atados en altura, tres sillas de madera y muchas luces con formas, ubicaciones, temperaturas y objetivos diferentes, cubren todo el escenario, ese que solo un actor habita, de que se hace dueño; esas luminarias irán creando climas y resaltando de diferentes maneras los sucesos. A música acompaña intensificando los momentos que así lo requieren.

El protagonista está harto, muestra como puede ponerse en la piel de un personaje tras otro, mientras que el Director solo designa en esos lugares a actores mediocres, figuritas que lo único que hacen bien es engañar a los espectadores desprevenidos, al público que los ve en la tele o las revistas y se cree que son verdaderos artistas cuando en realidad, poco hay de eso.

El texto de Emiliano Dionisi (también director) lleva a este personaje por  terrenos sinuosos, borders, la indignación, el enojo y la bronca crecen, su curva tensional avanza a pasos agigantados, la cabeza de Beto comienza a confundirse, la pasión con la que interpreta a cada personaje, la ilusión de una oportunidad que nunca llega, se transforman en obsesión, en locura, en un estampido.

La dramaturgia avanza paso a paso y nunca deja de ir por más, de pedir otro esfuerzo, de jugar y jugársela otro poco, necesita llegar al límite para estallar como un vidrio que se parte en mil pedazos, cada astilla cae en el lugar menos pensado y ya no hay vuelta atrás. La fuerza de los clásicos que se toman de base, con fragmentos que dicen más de lo que parece, junto al conflicto del protagonista, son una mezcla exquisita.

Peloni le hace frente al desafío y lo supera de sobra, tiene con que, sus recursos se multiplican, el manejo de tiempos, de su cuerpo, su gestualidad, su voz, las formas de decir, de pronto no es solo un hombre conflictuado, es muchos y todos a la vez. Beto es atravesado por los personajes que interpreta y los que quisiera hacer, a la vez se pone en lugar de sus compañeros y hace un stop para contar como es y de dónde vienen la escenografía o el vestuario de cada obra que hacen, por momentos pareciera que es tal su nivel de acelere que no para ni a respirar.

Roberto solo en escena, con ropa casual, muta, se transforma, por dentro y por fuera y eso que su personaje reclama, que es sentir, vivir, trasmitir, él lo tiene a montones, con una posición o una mirada es otra persona, su trabajo no tiene desperdicios, es una clase magistral de actuación.

A Beto le pasa de todo en su interior y no se sabe para dónde se puede disparar, sus quejas son el primer brotecito de lo que es viable de ocurrir, todo crece dentro suyo, hasta que un día las voces y palabras de los personajes se empiezan a confundir con la suya, los límites se desdibujan y ¿quién es quién?. De pronto… apagón.

Emiliano y Roberto vienen trabajando hace aproximadamente un año en este proyecto, jugando, compartiendo la creación de este pequeño mundo y los frutos quedan a la vista de todos en un resultado que es reflejo del esfuerzo, de la colaboración e interacción necesarias entre el director y el actor, la disponibilidad y plasticidad de ambos para encontrar el punto justo.

Este unipersonal de la “Compañía criolla” (que nada tiene que ver con la del personaje), comenzó con una idea y hoy vuela alto. Un espectáculo con mucho humor, que más allá de la temática, la risa sirve de guía para que todo sea digerible, juega mucho con la ironía con el humor ácido y también con otro muy naif que se entremezclan y transforman a la pieza en un bocado que se consume muy bien porque es divertido, que luego cuando ya pasó y todo terminó, aparece ese último dejo de reflexión sobre todo lo que vivió ese protagonista.

Maravilloso y entretenido por dónde se lo mire, ya desde el programa de mano invita a reflexionar sobre ¿qué clase de personaje somos en esta historia?

 

Ficha:

Dirección: Emiliano Dionisi

Intérprete: Roberto Peloni

Género: Unipersonal #Comedia dramática

También mirá nuestra entrevista a Roberto: https://youtu.be/tBAqZ-7gbec

 

Categorías: Reseñas

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