Caótica y hermosa

Molly Bloom (Cristina Banegas) es una mujer que se encuentra una noche dando rienda a toda idea que cruza por su cuerpo, cabeza y corazón. Con una blusa blanca y su pelo blanco suelto arranca un sincero y delirante unipersonal. El texto está basado en el epílogo de la obra “Ulises” del escritor irlandés James Joyce que se publicó en 1922. Sin embargo, gran parte del texto y, gracias a su adaptación, resulta necesario traerlo al presente.

La escenografía es minimalista y logra ser una gran decisión para que la atención sea auditiva. Con un fondo al estilo Rothko, un lienzo aparentemente violeta o rojo arriba y amarillo abajo. Delante del lienzo, la intérprete y frente a ella, el atril con el texto dramático. La iluminación tiene un rol importante en la puesta ya que define un tiempo dramático y modifica el fondo y cuerpo de Molly. Resulta ser una especie de ciclo ya que en un tiempo determinado se repiten las decisiones lumínicas.

La pieza se plantea como un monólogo y a su vez como una lectura dramática. En ese sentido, la intérprete se posiciona como quien dirige una orquesta y son justamente sus manos las que acompañarán a su gran instrumento: la voz. Se destaca así la presencia escénica de Cristina, su dicción, el ritmo y su capacidad para modelar la intensidad según lo dicho. El sonido es impecable, se pueden apreciar los diferentes matices, cambios de tono e incluso algunas melodías.

En cuanto al contenido del texto, este resulta ser más bien un desahogo de Molly, de hecho casi no tiene puntos o grandes pausas. Con imágenes contundentes ella  lleva al espectador a asomarse a todo el mundo que propone. Con las palabras justas y  necesarias, aborda la emancipación de la mujer,  la recuperación de su libertad sexual y el juego de la picardía.

Por último, destacar lo interesante que es jugar con otros formatos, esta propuesta resulta inusual dentro de la cartelera convencional. Ahora bien,  es gracias a la actriz  que el público se mantiene cautivo. Cristina Banegas es una mujer grande y para quienes han seguido su trayectoria puede ser interesante, emocionante y admirable verla en este rol. De todos modos, esta obra también es una gran oportunidad para pensar qué pasa con el cuerpo del actor cuando envejece, cuáles son las herramientas y cómo puede aprovecharlas. Cristina Banegas pone el cuerpo y le comparte al espectador aquel río sin caudal que es Molly: caótica y hermosa.

 

Ficha:

Autoría: James Joyce

Adaptación: Ana Alvarado, Cristina Banegas, Laura Fryd

Traducción: Cristina Banegas, Laura Fryd

Actúa: Cristina Banegas

Diseño de iluminación: Verónica Alcoba

Colaboración en escenografía: Julieta Capece, Juan Teodoro

Comunicación y prensa: Mutuverría PR

Asistencia de dirección: Matías Macri

Producción ejecutiva: Jorge Thefs

Producción: El Excéntrico De La 18

Dirección de arte: Juan José Cambre

Dirección: Carmen Baliero

Género: Unipersonal