La mosca blanca
Ficha
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Datos de funciones:
Funciones: sábados a las 23hs
Teatro: Método Kairos
Dirección: El Salvador 4530, Palermo
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Prensa:
Prensa; Simkin & Franco
El sentido de la vida
El sábado tuve el agrado de asistir a El Método Kairós para ver “La Mosca Blanca” de Eduardo Rovner. El fuerte compromiso y el gran talento de cada miembro del equipo se vio reflejado desde el comienzo de la obra.
Una bella escenografía, de ricas texturas de madera que invitaban al tacto, recrea una plaza en la que se encuentran Blas (Gabriel Wolf) y Funes (Luis Campos), dos hombres diferentes en sus similitudes que se cruzan por obra del destino. El primero, un carpintero religioso que abraza la idea de una vida llena de misterios indescifrables, ha de interponerse en el intento de suicidio del segundo, un hombre pesimista y constantemente apabullado por la falta de respuestas al significado de la vida. Cuestiones filosóficas y religiosas han de debatirse bajo las diversas miradas de estos personajes.
Entre la indecisión de Blas y el lúgubre concepto de la vida de Funes, la perfecta escultura de la ninfa Dafne se alza majestuosamente. El trabajo de Suárez y Manning para la construcción idílica de la belleza rebelde que simboliza Dafne es contundente, llamando la atención del espectador desde el momento en que se sienta en su butaca. Una figura sobresaliente en el escenario que dará lugar a una escena onírica emocionante: la visión de Funes junto a la ninfa Dafne.
En este momento brilla la música original compuesta por Sebastián de Marco. Una canción de la cual más tarde seremos testigos de su adaptabilidad a distintos géneros, pero que aquí logra encandilar al espectador mientras Funes y Dafne (Rocío Ambrosoni) bailan un vals.
El rico aporte del diseño de las luces complementa la belleza de la puesta en escena. Gonzalo Velasco ha decidido jugar con distintas tonalidades que enfaticen los diversos estados que atraviesan los personajes; desde la discusión en el atardecer hasta la solemnidad de la noche, pasando por estados oníricos y momentos de lucha.
A partir del intercambio de zapatos entre los protagonistas, podemos dar cuenta de las similitudes que los unen, pese a las diferencias que los han llevado a tener una concepción de la vida tan distinta; el compromiso que los unirá e impedirá que sus caminos vuelvan a bifurcarse. No es suficiente con un excelente guión que construya a los personajes y le otorgue la profundidad necesaria para que el espectador logre empatizar con ellos, sino que es necesario la presencia de dos actores de la talla de Wolf y Campos, quienes se desenvuelven sobre el escenario de manera perfecta, construyendo la profundidad tanto del espacio como de sus personajes con su accionar.
Las preguntas que todo humano se ha hecho alguna vez en su vida se vuelven tema principal en esta obra. La falta de respuestas, la maldad del humano, la tragedia de ser conscientes de nuestra individualidad y de que día a día estamos más cercanos a nuestra muerte conllevan a Funes a concebir el suicidio como una idea tanto de rebeldía como de salvación. Sin embargo, la razón que nos impide seguir este camino también se hace presente: la belleza del mundo. Ciertos aspectos, historias, amistades, o incluso la luna nos responden día a día a la eterna cuestión del sentido de la vida. Y es aquí, tanto en la escenografía, como en la iluminación, dirección, música, y sobre todo actuación, que la belleza aparece ante el espectador para responderle la pregunta que se hizo a lo largo de toda su vida, dándole una razón para estar allí.
Ficha:
Actúan: Gabriel Wolf, Luis Campos, Rocío Ambrosoni.
Dramaturgia Eduardo Rovner
Puesta en escena Gaby Fiorito
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