Sabores de la infancia

Hay sabores y aromas que funcionan como puertas invisibles al pasado. Una determinada golosina, el aroma del pan recién horneado o el olor a tierra mojada antes de la lluvia pueden, en un instante, transportar a las personas a momentos guardados en la memoria afectiva: tardes en casa de los abuelos, veranos interminables o reuniones familiares llenas de risas. Esos pequeños detalles sensoriales, aparentemente simples, tienen el poder de reconectar con emociones profundas.

Lisandro Penelas dirige una entrañable comedia que entrelaza recuerdos familiares, búsqueda personal y humor. Con un elenco sólido conformado por Boy Olmi, Ana Scannapieco y Pablo Fusco, la obra se convierte en un viaje teatral que explora la memoria emotiva a través del sabor más simple y poderoso: un helado de limón.

El texto, escrito por la propia Scannapieco, tiene como punto de partida su historia personal. Nieta del fundador de la icónica heladería que lleva su apellido, fundada en 1938, la dramaturga se sumerge en una búsqueda casi ritual por redescubrir la receta del helado que marcó su infancia. Esta búsqueda trasciende lo gastronómico y se convierte en un recorrido emocional por los recuerdos familiares, las anécdotas compartidas y los espacios que definieron su identidad.

La puesta en escena juega con la nostalgia y la comedia en perfecto equilibrio. Las escenas, estructuradas como las clásicas maderitas que marcan los sabores en una heladería, funcionan como capítulos que se revelan y cierran con dinamismo y humor. La dirección de Penelas logra captar transiciones fluidas y lograr una química que es evidente entre los actores.

Boy Olmi aporta su experiencia escénica con una actuación natural y precisa, dotando a cada personaje de matices entrañables. Pablo Fusco despliega su habilidad en la comedia con un histrionismo marcado que genera momentos sumamente divertidos. Ana, por su parte, habita el escenario con autenticidad, llevando adelante un personaje que es, al mismo tiempo, ficción y reflejo de su propia historia.

La escenografía austera y funcional —compuesta por un pizarrón con las clásicas tablitas de madera, escritorios que se transforman en mostradores y elementos que marcan el paso del tiempo— acompaña el relato sin distraer. La iluminación cumple un rol esencial al destacar cambios de época y escena.

La heladería es una obra que mezcla sabores, recuerdos y emociones. Un viaje por la memoria afectiva familiar que invita al espectador a reflexionar sobre el legado, la identidad y esa búsqueda constante de los pequeños placeres que conectan el pasado con el presente.

 

Ficha

Elenco: Boy Olmi, Ana Scannapieco y Pablo Fusco

Director: Lisandro Penelas

Género: Comedia dramática