Felicitas o las niñas mudas
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Prensa:
Carolina Alfonso
Sin palabras
Felicitas Guerrero fue una joven de la alta sociedad de Buenos Aires de fines del siglo XIX. Estuvo casada con Martín de Álzaga, miembro de una de las familias más acaudaladas de la zona del río de la plata. Como era bastante mayor que ella, fallece unos años después de haber contraído matrimonio y Felicitas queda viuda a muy corta edad, heredando toda su fortuna. Se dice que era una de las jóvenes más lindas y adineradas de la época, por eso es que había muchos pretendientes que querían conquistarla, entre ellos estaba Enrique Ocampo. Pero ella se enamoró de Samuel Sáenz Valiente, un estanciero de la zona de Castelli, un pueblo del interior de la provincia de Buenos Aires. Cuando estaban por contraer matrimonio, justo el día de la boda, se aparece Ocampo, quien celoso por no obtener el amor de Felicitas, le dispara ocasionándole la muerte. Es uno de los crímenes pasionales (así es como denominaban antiguamente a los femicidios) que tuvo mucha repercusión en la época.
En “Felicitas o las niñas mudas” se enuncia a través del discurso de la propia Felicitas todo lo que tuvo que vivir esta joven. Desde la aceptación de la decisión de su padre de casarla con un hombre mucho mayor que ella, sin tener en cuenta su opinión. Pasando por la muerte temprana de sus dos hijos, hasta quedar viuda. Fue una vida, prácticamente signada por la desgracia.
En sus parlamentos dice todo lo que las mujeres de su época no podían decir, los pensamientos que tenían que callar por respetar las costumbres de la época.
La actriz Agustina Peres le da vida a ese personaje, imprimiéndole a su interpretación diversos matices emocionales, mostrando en profundidad todas las aristas de la personalidad de Felicitas.
La representación comienza con una bella canción que interpreta con su dulce voz la actriz. Dicha canción fue compuesta por Rony Keselman, quien también realizó la música que se escucha durante toda la obra y le da un marco que acompaña muy bien a varios de los momentos más álgidos de este unipersonal.
La escenografía consta de telas, cortinas y tules que delimitan una habitación totalmente blanca, desde las paredes hasta el piso en el que hay una tela toda arrugada que por momentos pareciera ser una nube sobre la cual la protagonista, que también está vestida completamente de blanco, flota mientras dice sus textos. Las luces pintan las telas y los tules, generando transparencias, marcando otros planos y perspectivas de profundidad en el espacio que parecen acompañar el proceso de introspección, de pensamiento cada vez más profundo del personaje. Dándole un tinte surrealista a la escena, preparándonos para un final inesperado.
El monólogo final es una oda a todas las mujeres que no pudieron expresar sus sentimientos, sus verdaderos pensamientos, que tuvieron que callarlos, aceptar y ser sumisas en épocas en las cuales el peso del patriarcado era mucho más fuerte que en la actualidad.
Ficha
Intérprete: Agustina Peres
Dirección: Roberto Vallejos
Escenografía y vestuario: Alejandro Mateo
Música: Rony Keselman
Iluminación: Ricardo Sica
Dramaturgia: Adriana Tursi
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