La voz que desborda y arrasa con todo

Esta obra relata el encuentro en una isla del río Paraná de un poeta, alejado intencionalmente de la civilización y un joven empleado del gobierno local que debe informarle sobre un homenaje que desean realizarle.

Hay una fuerte crecida y de la casa del poeta solo queda la cama, que flota a modo de balsa y guarida. El muchacho, de nombre Josecito, oficinista resignado y poeta oculto, no sabe nadar y se aferra a una de las patas del mueble para no ser arrastrado.

El poeta es hosco, furioso con la vida convencional; su vida está abocada a la escritura de poemas de mayor o menor envergadura. Pero se ha quedado sin papel para escribir y de eso, de papeles, el muchacho flotante que debe convencerlo de acompañarlo, tiene bastante.

Es así que entablan una conversación, bastante poco amable. Sin embargo, con el correr de las palabras, un acercamiento puede ser posible.

La obra de Sandra Franzen es una comedia muy amorosa, que habla del interior de las personas: los sueños, las frustraciones, el amor.

La puesta de Andrés Bazzalo es dinámica y atractiva. Al entrar la audiencia, se encuentra con el elenco: Víctor Laplace (el poeta), Gastón Ricaud (Josecito), Gonzalo Domínguez (músico en escena), Adrián Rallap (asistente de escena) y al mismo director, conversando, ultimando detalles, entrando en calor e incluso saludando a algunas personas del público. Es una manera de decir: lo que sigue es teatro, ficción, imaginación en acción. La historia combina las escenas con relato, en la que ambos actores cumplen alternadamente con el personaje y con el rol del narrador.

La historia es verdaderamente encantadora y tanto Laplace como Ricaud hacen un bello despliegue de trabajo corporal, acompañados por la ambientación musical de Domínguez y el delicado trabajo lumínico de Horacio “Chino” Novelle.

Al final del espectáculo… una sorpresa.

Ficha:

Actores: Víctor Laplace, Gastón Ricaud

Músico: Gonzalo Domínguez

Director: Andrés Bazzalo