El beso de la mujer araña

El beso de la mujer araña

Ficha

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Una prisión dentro de otra

Representar a Puig en pleno siglo XXI está lejos de ser una apuesta ingenua. Un teatro claramente anclado en una época no es más que la raíz de pensamientos profundamente arraigados en nuestra historia, floreciendo en nuevas interpretaciones del ineludible clásico titulado El beso de la mujer araña.

Por supuesto que dicha belleza en esta reposición solo puede apreciarse de la mano de una dirección cuidada, de Valeria Ambrosio, y dos intérpretes de la talla de Oscar Giménez y Pablo Pieretti. Ellos le ponen el cuerpo a Molina y Valentín, aquellos presidiarios de mediado de siglo pasado que comparten su celda y dos mundos completamente diferentes. Uno, un militante de tiempos en los cuales la revolución parecía estar a la vuelta y a la esquina, y otro, un alma sensible en un tiempo insensible, una identidad diferente donde la represión era la norma.

El escenario comprende un pequeño chiquero: dos camas, un mueble con objetos sueltos y una oscuridad que completa la precariedad de la cárcel. En ese espacio reducido, los encarcelados se mueven audazmente, dándole vida a cada rincón de la celda con sus pocas pertenencias. El uso del escenario es notable, con una cuidada selección de utilería que remite a los tiempos que narra, pero a su vez pareciera exhibir guiños al hoy, como muestra clara de la apuesta general por contar una historia que aun tiene mucho para decir.

Lejos de meras postales de tiempo pasado, Giménez y Pieretti le dan un dinamismo sumamente vigente a un texto de por sí ágil. En sus gestos, sus pausas y las palabras dichas con caución es que esconden sentimientos profundos, la tensión de lo que no se dice pero que flota en la platea. La libertad toma un sentido completamente opuesto al pensar en estas dos víctimas de sus ansias de felicidad, que lejos de contradecirse, se funden poéticamente en la interpretación de estos personajes tan desdichados. Dicha desdicha atisba momentos dulces de anhelos que los protagonistas sacan a la luz de las oscuras paredes que los retienen.

Jamás dejará de asombrar lo adelantado de la pluma de Puig, y encontrarse con su obra sigue cobrando otro valor a tantos años de su génesis. La belleza de sus piezas, lejos del teatro críptico y para entendidos, está absolutamente vigente para quienes quieran encontrarse con una obra emotiva, sencilla y a la vez profunda. Ese balance entre lo asequible y el ver más allá no es exclusivo del texto, se trata de una intención clara y efectiva que solo puede atribuirse a la tríada de Ambrosio, Giménez y Pieretti, un teatro auténtico.

Ficha:

Actores: Pablo Pieretti y Oscar Giménez

Directora: Valeria Ambrosio

 

Categorías: Reseñas

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