Requiem

Requiem

Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: Sábado 21 hs.
    TADRON TEATRO
    Niceto Vega 4802

  • Prensa:

    Prensa: Maria Laura Castillo

 

El puente de las palabras

Réquiem es oración, rezo, obra teatral entera para la paz de los difuntos. Para los difuntos que a su vez, dejaron tantas cosas por decirnos.

El director y dramaturgo Jorge Palant vuelve brevemente a la vida a Kevin Carter y Milena Jesenská.

El fotoperiodista Kevin Carter se suicidó en 1994, a la edad de 33 años. Un año antes había tomado una fotografía en Sudán: un niño desnutrido a punto de caer al suelo, y algunos metros detrás, un buitre, esperando.

Tomó la fotografía y se fue, sin hacer nada por ese niño; la culpa a partir de allí ya no lo abandonará. Ganó el premio Pulitzer por esa foto.

Milena Jesenská, también periodista, murió debido a una enfermedad renal en 1944, a la edad de 47 años. Se hallaba en el campo de concentración nazi de Ravensbruck, era una detenida política. Había adherido a la lucha clandestina contra la ocupación y llevaba la estrella amarilla prendida a la ropa, aunque no era judía. Existen testimonios acerca de su actitud valerosa, solidaria, que se revelaba al poder del campo, que ayudaba, que sonreía.

Las luces se encienden y ellos están ahí, sus biografías vueltas personaje: Milena (Jéssica Schultz) y Kevin (Carlo Argento), frente a frente. Los separa un abismo de tiempo y espacio; de experiencias, de modos de ver la vida.

Nos preguntamos por ese raro encuentro. Dos personajes tan distintos interactuando, ¿qué podrán tener en común? ¿qué puede llegar a unirlos? ¿qué códigos manejarán?

El acierto de Jorge Palant (dramaturgo y director de la obra) radica en el análisis de esos dos seres como entidades éticas, cada uno en su isla, unidos por un puente de palabras.

Por un breve momento creemos en esas islas éticas, irreconciliables, que una lectura simplista de la historia formó alrededor de cada uno de ellos: sabemos quiénes fueron y lo que hicieron (y lo que no). Podemos pararnos fríamente por encima de los hechos y juzgar lo que estuvo bien y lo que estuvo mal. Podemos condenar y alabar. Sólo en un principio.

Porque luego, de a poco, se van recreando sus biografías, y con ello van volviendo a la vida y ofreciendo a nuestra mirada la riqueza de sus acciones, de sus verdades y sus contradicciones, imposibles de reducir a una etiqueta moral: la búsqueda de sentido, la duda, la necesidad de escucharse y empatizar.

Para nuestra fortuna, la anacronía de la obra ha venido a rescatarlos de la arbitrariedad del tiempo que los distancia, poniéndolos uno frente al otro en un diálogo lleno de pasiones, de críticas y de autocríticas.

Ambos personajes nos relatan sus pequeñas y enormes vivencias, su mundo interior, mientras se adentran en la danza de un extraño y remoto folklore, que lleno de aproximaciones y rodeos, los ayuda a situarse por un instante en el lugar del otro y entender, comprender el sufrimiento que portan, que es mucho y es intenso.

La obra es una belleza poética desde la imagen, desde el sonido y la iluminación, desde las maravillosas actuaciones; desde el equilibrio que por momentos se rompe cuando los personajes cinchan hacia un lado y hacia el otro. Se atraen y se repelen. El elástico invisible que los ata por momentos los une, por momentos los separa. Es un duelo en las dos acepciones de la palabra: lo es en tanto combate, en tanto enfrentamiento dialéctico; y lo es en tanto proceso emocional que sigue a una pérdida, a sus propias pérdidas. Están muertos y lo saben. Buscarán, en definitiva, entender qué los llevó allí…y acompañarse, aunque sea por una hora, sabiendo que ya no están solos.

 

Ficha:

Actúan: Carlo Argento y Jessica Schultz

Dramaturgia y dirección: Jorge Palant

Categorías: Reseñas

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