Nada es accidental

Las instituciones más allá de ser cuestionadas, en el imaginario colectivo son espacios para hacer que reine el orden en la sociedad. La dramaturgia de Dario Fo, con humor e ironía deja en evidencia que la justicia, la policía y el periodismo tienen patas cortas.

“Muerte accidental de un anarquista” se sitúa en una comisaría en Milán donde detienen a un hombre acusado de hacerse pasar por otras personas. Y este, en un descuido se hace pasar por un juez que va a la comisaría para investigar la muerte de un anarquista en ese lugar.

La trama es una excusa perfectamente diseñada para develar cómo la policía abusa de su poder con el amparo y visto bueno del poder político y del poder judicial. Tampoco quedan exentos los medios de comunicación, en búsqueda de la noticia impactante y amarillista.

Una auténtica farsa, colmada de humor e ingenio en cada diálogo. Con un ritmo que mantiene todo el tiempo la expectativa y la atención. Un gran trabajo actoral para dar vida a estos personajes grotescos pero al mismo tiempo creíbles y honestos. Desde lo corporal, hay mucha proyección y una característica muy particular en los movimientos de cada personaje. También en lo vocal, ya que la voz es cuerpo. Una energía bien potente desde el primer instante de la obra que se mantiene y se matiza perfectamente, creando momentos de un completo caos y otros de calma. La puesta en escena se nutre gracias a la impronta de los personajes para darle más fuerza a cada situación. Pese a la intensidad de las actuaciones, los movimientos en el espacio son precisos, se nota el trabajo de dirección realizado por Leonardo Prestia.

Dario Fo escribió esta obra en los setenta, cincuenta años después, la manipulación y el abuso por parte de las instituciones sigue estando presente. Una pieza imprescindible, puro teatro del más vivo.

Ficha:

Intérpretes:  Gastón Padovan, Christian Bellomo; Gustavo Ingilde, Adrian Molteni, Gerardo Baamonde y Valeria de Luque.

 

Dirección: Leonardo Prestia.