Entre el amor y el odio

Uno de los mitos más difundidos: Medea, se está representando con la inmejorable actuación de su protagonista y el notable rendimiento del “coro” y del elenco en general. Los recitativos líricos, con el suave órgano de fondo, en cada clima del texto tienen su traducción musical y se suman a la belleza melódica de los momentos solistas las explosivas interpretaciones de los actores que se conjugan en un armonioso equilibrio. El peso mayor del drama es soportado por el motivo musical de manera que el espectador se distienda y comprenda la trama. En ese sentido es fundamental el enfoque de las coristas para abordar el conflicto que se le plantea a toda mujer desde sus entrañas, movilizando sus fibras y sus vivencias más íntimas. Si es cierto que los personajes de las tragedias obedecen a pasiones límites, son éstas irremisiblemente humanas: La  mujer que deja todo, sus padres y hasta su patria para luego ser engañada, humillada y abandonada después de haber sido madre.

La condición de la esta última es puesta en juego en la obra y desentrañamos los recónditos suburbios del pensamiento humano: cuánto de absurdo encontramos en algunos actos y hasta dónde somos capaces de soportar el dolor, el sufrimiento y la humillación sin que estos sentimientos invadan venenosamente nuestras almas.

Por primera vez, de la mano del gran Eurípides, la mujer expone sus debilidades y fortalezas. Por primera vez se muestra aquel ser con poder, pero cansada de los agravios arremete en su furia y atenta salvajemente contra sus hijos para castigar al padre. El orgullo reacciona rapaz y bestialmente aniquilando a la inocencia. Ciega y presa de los instintos más feroces la razón se quebranta y ocurre la tragedia.

Un espectáculo desde la interpretación admirable, protagonizado por una Medea que es humana capaz de hacer reflexionar al espectador sobre la complejidad de la existencia. El rol de la mujer y su angustiante contienda, llegar hasta el límite mismo que puede soportar el dolor humano. Una fuerza oculta que la domina, espera y obtiene venganza. Se observa a una Medea compuesta con clara comprensión psicológica y visceral instinto expresado con elocuencia en la intencionalidad del lenguaje y en la agotadora entrega vocal y física.

La belleza del vestuario y los considerables recursos escénicos dieron marco justo a esta historia que a pesar del sufrimiento vivenciado por sus intérpretes, también supo tener su brillo.

 

Ficha:

Actúan: Irina Alonso (Medea), Diego López Domínguez (Jasón), Pedro Risi (Creonte, Egeo, Mensajero), Yanina Gruden (Ylenia), Guillermina Etkin (Gret)

Dirección: Cecilia Meijide