Entre mundos paralelos y sueños rotos

¿Existirán mundos paralelos donde los deseos incumplidos se concreten? La química diaria es la historia de unos jóvenes estudiantes universitarios que deciden acampar en el sur de la Patagonia y allí comienzan a pensar en sus sueños frustrados. Pronto encontrarán una máquina que les cambiará la vida a todos.

La dramaturgia está inspirada en el álbum musical “Everyday Chemistry”, un disco misterioso atribuido a Los Beatles que habría sido grabado en un mundo paralelo, donde la banda permanece unida.  El guionista Mariano Saba logra combinar hechos reales, ciencia ficción y teorías físicas con el humor cotidiano para entretener de manera fresca y profunda a la audiencia.

La ejecución de los actores es fantástica, todos logran colocar los distintos matices a sus personajes dentro de un guion complejo.  Cada uno refleja el clima de camaradería y amistad que es el principal tema de la obra. Particularmente, la actuación de Pablo Mónaco hace muy creíble el personaje de ruso, es cómico y resulta muy ameno para el público.

Especial mención a la escenografía de José Escobar, minimalista y asertiva, logra dar contexto a la obra con pocos elementos.  También el diseño de las luces de Ricardo Sica tiene mucho mérito al recrear los distintos ambientes de la pieza teatral, dibujando con luz los momentos amorosos, los oníricos y los mundos paralelos.

En definitiva, La química diaria es una mezcla exitosa de productos culturales del cine, el anime y la música de la década de los 80.  Volver al futuro, Los Beatles, el anime Dragon Balls y los videojuegos de Street Fighters son algunas de las referencias mencionadas en la obra que inevitablemente evoca la niñez de muchos en la audiencia. La pieza es un relato hilarante y nostálgico que incita a abrazar el presente y valorar las amistades.

Ficha:

Dramaturgia:

Mariano Saba

Actúan:

Francisco Andrade, Florencia Chmelik Martinec, Santiago Fondevila, Tomás Mejía, Pablo Mónaco, Fermin Varangot