Un crimen descollante
¿Por qué matar al jorobado? Solo un hombre encerrado en un mundo incomprensible y extremadamente hostil puede saberlo, sentirlo, palpitarlo. Con una interpretación detallada y puntillosa hasta el hartazgo, el asesino narra de forma poética cada acontecimiento en el cual se vio involucrado. No solo desde el lado del criminal, sino también convirtiéndose en su amada, y hasta en el mismísimo jorobadito.
En un escenario más pequeño que lo habitual se desarrollan infinidad de técnicas y recursos que hacen de la obra una verdadera enciclopedia teatral. Con pocos elementos escénicos y un riguroso espacio físico, el hombre entra en escena confirmando el crimen que cometió. La puesta en escena y la iluminación le otorgan una cuota de intriga y suspenso a la trama. Por momentos se pueden ver algunos cuadros tétricos que le dan veracidad a la historia.
La interpretación de Claudio Pazos no tiene desperdicio. Sus arranques lexicales y sus movimientos dejan en evidencia un gran esfuerzo y dedicación tras bambalinas. Cada dialogo esta colmado de textos un poco herméticos pero para nada “desafinados”. Además, cada rincón del acotado espacio físico es aprovechado al máximo por el protagonista. El encierro sale a luz en cada escena y es parte preponderante en cada momento.
El trabajo de Jorge López como director de arte es magistral desde cualquier punto de vista. El aspecto visual y artístico provoca un shock de emociones y sentimientos encontrados que definen a la historia. Esto sumado al vestuario y maquillaje del actor, desatan los más variados puntos de vista acerca del raciocinio del intérprete.
Sin lugar a dudas, el papel librado por Claudio Pazos se lleva todos los honores con esta libre versión del Jorobadito de Roberto Arlt, que se mete en las profundidades del teatro interpretativo en busca de aguas renovadas.

Ficha:

Dirigida y protagonizada: Claudio Pazos

Produccion ejecutiva y Asistencia de direccion: Virginia Mazzarella

Director: Jorge Diez