Problemático espectador 

Es probable que lo mejor de ésta película sea el propio y enorme desafío de convertir ese pastiche o estilo muerto del pasado como diría Fredric Jameson, que no abandona el amor por ese género o estilo cinematográfico, al que le rinde tributo, como es el giallo italiano.

La marca de la enunciación queda expuesta antes del título reconocible a todo aquel amante de «Suspiria», cuando la cámara atraviesa la estela de humo generada por la chimenea industrial. Una especie de impedimento que narra la existencia de la categoría, nos avizoriza y certifica lo que el espectador va a encontrar en ella.

En la obra, en el contexto de un montevideano atardecer lluvioso de los años noventa, los pocos asistentes de un cine, se verán hostigados por la presencia del serial killer.

El espectador es seducido por la posibilidad de encontrar una añorada pero casi imposible analogía con «Goodbye Dragon Inn» (2003) del malayo Tsai Ming-Liang, salvando enormes distancias. Recuerda a la mencionada lo deslizado por el aporte lumínico interior pero sobretodo exterior, además de que también llueve. La lluvia, clave para organizar el caos desde el mismo recurso, aquel que tensiona el ambiente por decisión dramática.

Quizás algunos aportes casuales y no causales, como el diálogo entre la protagonista y el padre, alteren ciertos elementos que componen el sistema de significación, como son los signos cinéticos que se componen por lo mímico y lo gestual.

A veces, aferrarse a ésta índole o naturaleza, sin más herramientas que las expuestas en la puesta, presenta un desinterés por la intelectualidad, insalvable en términos de empatía y de relación con el espectador. Por las dudas, cabe aclarar que el giallo italiano, también se trata de eso.

Los signos que se cimentan en convencionalidades genéricas que se representan a lo largo de la obra, son los adjudicables al retrato de «Noche alucinante», en la sala de proyección sobre el escritorio, el lugar -edificio cine-, y los personajes abordados por la decadencia.

El poster de «Opera» de Darío Argento al igual que la tipografía del título, no niegan la influencia y asentamiento del film sobre un determinado tipo de cinematografía.

El psycho killer, la múisca y la situación de encierro hacen lo propio.

De menor a mayor, el asesino aparece en la secuencia inicial, y también cuando le devuelve un chicle al niño en las escaleras del cine. Luego entra al cine, y la pelicula se regodea con el libre albedrió y navega en su establecida existencia.

La transita y acumula características y conceptos atribuibles a la misma.

Situación prohibida e inmoral que incluye a un niño viendo una película que no debería, haciendo uso dramático y estilístico del concepto del cine dentro del cine.

El niño se esconde, la hija del proyectorista busca al fastidioso acomodador, el que acaba de eyacular va al baño y se cae. El caos propuesto tiene consecutividad y organización narrativa y visual acorde al carácter, en un ostentoso acercamiento al gore. Al igual que lo que se expresan entre ellos, los personajes de la película de Maximiliano Contenti, están manchados, y tienen sus destinos comprometidos.

Si el género fuera aquel que las instituciones sean capaces de apreciar, la película podría conseguir buenos resultados dentro de la Competencia Latinoamericana.

Eso si, aceitunas son las que sobran.

 

Ficha Técnica:

Dirección: Maximiliano Contenti

Guión: Manuel Facal

Edición: Santiago Bednarik

Producción: Maximiliano Contenti, Lucía Gaviglio, Alina Kaplan, Daniel Pensa and Miguel Rocca.