La herida es el cuerpo

Son los años 90 ‘s en Argentina, Barbara (Bárbara Bonfil) es una niña que quiere bailar y disfrutar su infancia, pero su goce se ve constantemente interrumpido por el juicio que hacen los demás y ella misma sobre su cuerpo. ¿Hay cuerpos que no deben bailar?, ¿cómo afectan los traumas de la infancia en la adultez? y ¿por qué la percepción del cuerpo condiciona la autoestima?

Hace siglos los cánones de belleza le han exigido, especialmente, a las mujeres un tipo de cuerpo y comportamiento. Algunas disciplinas artísticas más conversadoras como el ballet, han reafirmado aquel mandato estético-social al desestimar a niñas y mujeres por su sobrepeso. A su vez, la belleza hegemónica se ha transmitido en los diferentes medios de comunicación, espacios educacionales y comerciales. Esto ha provocado que la sociedad busque alcanzarlos y discrimine a aquellas personas que se alejan del canon.

El biodrama “Nena Gorda” es un recorrido por la vida de la actriz centrado en su niñez. En escena se observa, al centro, una mesa rosa con dos sillas. Ahí Bárbara juega y se relaciona con algunas muñecas Barbies y un oso de peluche. Al lado izquierdo, un baúl rosa y, en la pared, algunos diplomas de danza y actuación. Al fondo, una cortina rosa acompañada de una proyección de videos y fotos. Por último, lado derecho, un atril con gigantografías de diferentes bailarinas y de ella.

Bárbara está peinada con una colita,  viste una remera verde y un short de jean. Una ropa característica de finales de los 80 ‘s y principios de los 90’ s que potencia el contexto histórico. Una de las muñecas con las que juega, Kelly, está vestida de la misma forma que ella. Durante el transcurso de la obra, el juego resulta, entre otras cosas,  ser una representación de su cumpleaños junto a varios familiares. Cabe destacar aquí el uso de una cámara en tiempo real que proyecta un primer plano de cada muñeca, es decir, de una tía, la mamá, el hermano o papá de Bárbara. El trabajo con los objetos produce una tensión entre el juego infantil, la representación y el discurso gordofóbico y adultocentrista.

Todos los objetos que están en escena tienen un rol testimonial, ya sea por el personaje que representan o por ser objetos personales de Bárbara. Respecto a estos últimos, los diplomas, la carpeta de calificaciones, las fotografías y videos son recuerdos y evidencias del relato de la actriz. Resulta interesante pensar cómo los objetos guardan una historia en su material, en lo que transmiten y en el significado que adquieren en escena.

Respecto a la iluminación, además de la que es posible observar una a modo general y por sector, se destaca la iluminación que acompaña a los diferentes objetos. Una pequeña lámpara  ilumina el rostro de los juguetes logrando no sólo la atención del espectador respecto a la proyección sino que también le da una nueva textura siniestra a la escena. Con una dramaturgia genuina, la pieza escénica invita al espectador a reflexionar más allá y cuestionar el por qué se opina de los cuerpos, si se ha hablado de otros cuerpos y qué se permite decir o no hablar  del propio cuerpo. Con ello, la pregunta por la empatía y la diversidad.

Con una capacidad para interpelar y emocionar “Nena Gorda” es un viaje a un pasado doloroso. Mientras la actriz, que fue esa niña, llena de resiliencia, está  en escena exponiendo dicha herida, es posible pensar en todas aquellas las niñas o infancias que abandonan sus sueños por los discursos ajenos, que dejen de divertirse por cómo consideran su cuerpo o que creen que por su cuerpo no son suficiente para sí mismos y los demás. Y que, finalmente, dejan de bailar, jugar o disfrutar por el dolor de saber que su herida es el propio cuerpo.

 

Ficha

Intérprete: Bárbara Bonfil

Dirección: Andrea Varchavsky

Género: Biodrama