El bululú
Ficha
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Datos de funciones:
Funciones: Sábados 21 y 22,30 HS
en Timbre 4 (Mexico 3554) -
Prensa:
Prensa: Improvisadores
Antología endiablada
“No es malita la confusión cuando se cruzan los caminos” esta copla con la que inicia la función es el lema de toda la obra. Confusión que es mezcla de mito, memoria, teatro festivo, identidad.
El unipersonal de Osqui Guzmán nos acerca al material de José María Vilches (1935- 1984) un actor, recitador y director español radicado en Argentina, que en la década del ´70, montó un espectáculo llamado “El bululú” y obtuvo gran éxito. Una grabación de ese espectáculo llegó a Osqui, cuando empezaba su formación actoral. Guzman logra reinterpretarlo con perspicacia, manifestando su admiración por aquel artista, de quién no sólo toma los versos, sino también el espíritu de su trabajo.
La versión de Osqui que además se llama “Antología endiablada” es una recopilación del material de Vilches pero resignificado, incluye monólogos propios y presenta anécdotas de su vida.
El bululú era un comediante que viajaba solo de pueblo en pueblo, representando él mismo todos los personajes de su espectáculo. Osqui con una destreza impecable rescata a ese bululú que va por los caminos recitando teatro, a través de comedias y pantomimas como Fragmento de “El lindo de Don Diego, (Moreto y Cabana), Loa “Elogio a la mujer fea” (Lope de Vega), Romance de la luna, luna (Garcia Lorca) Prendimiento de Antonito el Camborio en el camino de Sevilla y Muerte de Antonito el Camborio (García Lorca) A una nariz (Quevedo-reinterpretación De Lellis y Guzmán) Entremes de “Los habladores” (Cervantes) y además incorpora “Club de los Patéticos”, “Caminante”, “Oro”, “Mal pero que importa”, “Copiando modelos” (todos ellos de su autoría junto con su esposa Leticia Gonzalez de Lellis) y “Pantomima de la Cucaracha” del propio Guzmán.
Es admirable el trabajo corporal, hay un dominio de la precisión, una resistencia física y una energía que parece no agotar la capacidad de transformación. Al mismo tiempo, nuevas voces surgen recreando ese bululú con la mixtura de las culturas española, boliviana y argentina.
La multiplicidad de gestos abordados denota su virtuosismo, que ha sido acompañado por un camino de mucho trabajo, recorrido que le ha permitido interrogarse, confundirse y encontrarse. El vestuario acompaña ese proceso, con un cuidado especial por los detalles. La máscara y el traje de diablo de carnaval -típico de la cultura andina- con el que inicia y finaliza la obra, nos acerca a la tradición boliviana heredada de sus padres. La entonación es adecuada a cada verso, ya sea uno del Siglo de Oro español, un monologo propio, o una copla norteña. Hay algo que trasciende a partir de aquellos textos aprendidos y recitados a lo largo de su formación, que hoy vuelven a decirse, no sólo para rendir homenaje, sino también para incorporar el presente, las raíces, lo local, apostando al teatro como puente de nuestra identidad.
La conexión que se genera con el público es indescriptible. Hay algo de ritual, de magia que queda latente incluso al terminar la función.
Una obra hermosa que vale la pena ver y disfrutar.
Ficha:
de Leticia Gonzalez de Lellis y Osqui Guzman
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