Habitar la otredad

Hay personas en el mundo que pueden estar separadas por kilómetros, pero unidas por un mismo dolor que les cambió la vida en un instante y para siempre.

Sucede más de lo que imaginamos: todos estamos conectados por historias, pero más aún, todos estamos atravesados por ellas. “Tóxico” nos habla de eso para luego calar más profundo e ir por mucho más.

Una pérdida primero, un encuentro tan incómodo como necesario diez años después. Él y ella no pueden ser indiferentes ante ese tropiezo del destino: comparten desde hace tiempo una misma pena, tan fuerte, que logró arrasar con el amor que alguna vez se tuvieron.

Ahora, una década más tarde, la vida los vuelve a encontrar cara a cara para decir lo nunca dicho, comprender aquello que quedó inconcluso y vaciar el rencor contenido en un grito de confesión.

Ambos tienen mucho por decirse, pero más aún para escucharse. Cambió todo y a la vez no cambió nada.

Sólo quedan retazos de aquellos que solían ser cuando el dolor todavía no había golpeado la puerta de ese hogar que  alguna vez supieron construir.

Sin embargo, en el fondo siguen siendo los mismos: ambos se conocen hasta los huesos. Y la esencia pura de aquel amor del pasado, aflora mágicamente a lo largo de la obra a través de la ternura y la compasión.

«Tóxico» invita a replantearse este concepto universal que distingue al dolor inevitable del sufrimiento como opción de vida, lo cual implica (y se agradece) retirarse de la sala con un ánimo de fe y fuerza para enfrentar los avatares de la vida.

El texto de la holandesa Lot Vekemans es inteligente y conmovedor, pero desde una perspectiva completamente positiva. Los actores disparan con palabras en una guerra verborrágica de desamor y a su vez, de esperanza.

Caen lágrimas en la sala, pero también se oyen risas tímidas, ya que la obra posee instantes inteligentes de humor ácido, sutiles aunque muy efectivos, para descomprimir con la sensibilidad del texto. Pero también en esa sala sucede lo imposible: se oyen los silencios. Es que el director Pablo Di Paolo ha optado como recurso hacerlos extendidos en determinados momentos, para llenar de tensión y drama al espectador.

Los diálogos son interpretados de un modo exquisito por los dos actores, quienes poseen una verdad en sus cuerpos y emociones que por momentos nos hacen olvidar que estamos allí, en una sala de un teatro, y todo parecería indicarnos que estamos siendo testigos de un encuentro real: vivimos una experiencia ajena como propia.

En ese sentido, las maravillosas actuaciones y el buen ojo del director, forman un combo excelente que hacen que cualquiera logre empatizar con la historia, narrada durante 60 minutos de puras emociones encontradas.

Una historia tóxica que quiere sacarse la mugre. Una historia que quiere sanarse, para poder al fin, escribir otras nuevas.

 

 

 

Ficha:

Actores: Mara Bestelli, Javier Pedersoli

Director general: Pablo Di Paolo