Aún seguimos mirando
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Prensa:
Cecilia Gamboa
No es el texto, son las voces
El rito teatral tradicional se inaugura con al menos un actor y un espectador. ¿Qué ocurre si sólo están los espectadores? La coreógrafa, directora y artista francesa, Ivanna Müller desarrolló una propuesta diferente al desplazar el lugar de los actores y poner justamente a los espectadores en los roles de intérpretes.
Aún seguimos mirando, en inglés: “We Are Still Watching”, se presentó en la cartelera de Paraíso Club. Este es un club de artes escénicas que presenta el estreno de una obra de teatro, danza o performance por mes. En esa ocasión también hubo un desmontaje con la directora en la que pudo comentar parte de la investigación que devino en esta pieza escénica.
Al ingresar a la sala el espectador pudo observar dos filas de asientos por cada lado. De esta forma, se dibujaba un cuadrado y cada espectador podía mirar a casi todos los espectadores que lo acompañaban. Bajo algunos asientos había un “guión”. Este escrito se presentó como el objeto guía de los presentes. Müller, posteriormente a la función, destacó el rol del guión y el poder que tiene el texto en occidente. Cabe mencionar que con las primeras interacciones muchos espectadores recurrían fielmente al texto para participar y seguir el acontecimiento.
La idea de dejar a un grupo de desconocidos con algunas breves reglas (guión y sentido común) resultó muy interesante porque nadie de los presentes sabía cómo terminaba la obra, ¿será así toda la pieza?, ¿vendrá alguien a interrumpir?, ¿algunos son actores?, ¿es obligación participar? son algunas de las preguntas que el espectador pudo hacerse.
Respecto a la dramaturgia, se observa una propuesta dinámica y plástica. Se consideró una adaptación del texto dramático respecto a la ciudad en la que se presenta la obra (idioma, sitios mencionados y lunfardo), la posibilidad de que cada rito tome su propio curso y que sea excepcionalmente único ya que los espectadores y las disposiciones participativas pueden cambiar.
Algunos hallazgos de la propuesta recaen en la posibilidad de mirar frente a frente a otro intérprete y poder conectar con ese otro. También ocurre algo distinto al sólo escuchar los diálogos ya que se presenta como un posible radioteatro. Los silencios, errores y la improvisación dieron paso a la complicidad y diversión del grupo. Ahora, hay un elemento vibrante al considerar enunciado versus expectativas de intérprete ya que tanto los sujetos como los enunciados tienen una carga. Por ejemplo: “Me gustaría enamorarme” cambia cuando se modifica la edad, género y vestimenta de quien dice el texto. Los textos no están asignados y ahí la posibilidad de sorprenderse nuevamente.
Por último, destacar cómo el ejercicio escénico cuestiona los límites de la representación. Con ello, cómo la deriva permitió que surja de manera espontánea una comunidad. Prontamente apareció la idea de “somos”. Se tejió una unión entre un grupo de personas que tenían en común estar en una situación enrarecida con un desafío colaborativo por delante. En palabras de la creadora, aquel texto se asemeja a una partitura y efectivamente los espectadores terminan siendo un coro.
Ficha:
Creadora: Ivana Müller
Colaboración: Andrea Bozic, David Weber-Krebs y Jonas Rutgeerts
Diseño de luces y dirección técnica: Martin Kaffarnik
Producción: ORLA / Capucine Goin y Anne Pollock
Presentado por Paraíso Club, con el apoyo del programa Orillas Nuevas, organizado por el Institut français d’Argentine , junto a la Fundación Williams y la Fundación Medifé.
Género: Performance
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