Nombre Propio

Una mujer de espaldas se mira al espejo. Absorta. Pero no mira su cara, sino más allá; ve su vida. Esta obra recupera el valor y la importancia histórica de Encarnación Ezcurra,  esposa de Juan Manuel de Rosas, una mujer brava e inteligente, que la narrativa oficial ha dejado a un costado. Sobre el final de sus días, discurre en primera persona sus recuerdos de juventud. A pesar de la sangre europea que corría por sus venas, Encarnación late con el candombe y la causa americana. Algo de la Libertad de Delacroix se trasluce en la estética elegida para presentarla, con un vestido claro, tal vez enaguas, que sugiere algo despojado, hombros desnudos, cubiertos por momentos con un poncho rojo punzó; transmite pasión y un aire salvaje de mujer de la tierra, incómoda con el salón y otras delicadezas esperables en una dama. Un tapiz de cartas desordenadas cubre el piso y a través de algunos fragmentos irá deshilando de a poco su verdad.

Pasado y presente se alternan en el relato dándonos a conocer a esta mujer verdaderamente audaz, que abrazó su instinto y se permitió ser protagonista y jugar  plenamente a todo o nada. Confiesa una profunda ambición de poder y un descarnado conocimiento del juego político; sabe de lealtades y traiciones, de estrategia, de manos bañadas en sangre y del desprecio de sus congéneres. Sin embargo,  nada de esto atenta contra lo femenino que emana; esta figura se permite desplegar su capacidad de líder sin aniquilar ni ocultar su ser mujer deseante, ligada en sueños, acciones y amor a su marido.

Una mujer que fue como quiso ser. Una puesta en semi oscuridad con un sutil trabajo de luces que evoca un aire de cuadro renacentista transmitiendo intimidad. Lorena Vega, potente,  combina en su actuación fuerza, baile,  confesiones, dudas, sospecha e ironía acompañada por una bellísima música original interpretada en vivo que resulta un deleite adicional.

Ficha:

Interprete: Lorena Vega

Dirección: Andrés Bazzalo