“Quereme así, piantao, piantao, piantao…”

Vincent Van Gogh (1853-1890) artista plástico holandés creó la mayor parte de su obra durante su demencia, murió a los 37 años y sin conocer el éxito. Su vida fue una rueda de tragedias, misticismo, locura e incomprensión pero encontró algo de amparo en la naturaleza porque ésta no podía juzgarlo, y esa fascinación derivó en la pintura  porque en ella podía verse o conocerse y así salir de su prisión mental, para él, el arte era un acto de fe.

“Vincent en libertad” (escrita, interpretada y dirigida por Sebastián Olano) es una obra existencialista con la dosis justa de surrealismo, una especie de terapia para el espectador con un mensaje de esperanza que juega con lo metafísico. Habla de cuánto tiempo se pierde pensando en el tiempo, orienta a contemplar las cosas desinteresadamente aceptando que hay malas, y sabiendo que de ellas siempre se aprende.

Van Gogh prefiere dormir para no tener que pensar, y así se lo ve en el escenario que es la representación de uno de sus cuadros El dormitorio en Arles. De todos modos nunca descansa porque a su alrededor pasan demasiadas cosas en el presente y en el futuro  y al mismo tiempo. Él está conectado a todo, está demasiado vivo, tanto que pronuncia palabras actuales que no entiende como selfies, vuelos, colectivos dándole un pincelazo de humor al drama, que es la bestia que lo pianta.

La musicalización es de Rocío Carballo, va de lirica a tango y hasta alguna de los 80, enmarcando con equilibrio los instantes de pánico y lucidez que sufre Van Gogh, un trabajo excelente para usar todos los sentidos y perder la noción del tiempo.

La iluminación es de Raúl Antonio Fernández, ideal para generar un clima melancólico como en las películas mudas. Esta puesta en escena cargada de lenguaje poético,   rompe con lo convencional dándole al espectador tiempo para sus propias conclusiones a través de preguntas y silencios.

Una obra alentadora a volver a maravillarse con momentos  simples como pasar un rato en la naturaleza y poder contemplarlo, igual que lo hacía Vincent para pintar o tratar de entender la crueldad humana. Al finalizar la función invade una sensación de libertad para Vincent y para el público, como si sonara  El dúo de las flores de la opera Lakmé de Delibes,  y debe ser porque así como los científicos explican el mundo  también lo hacen los artistas.

 

Ficha

Actuación: Sebastián Olano (Vincent), Iván Tisocco (Theo), Silvina Marotta (Nuenen), Dany Red (Salvador), Lucas Maíz (Charles), Jorge Luis Borge (Paul), Rosina Soto (Jordana), Ramiro Doello (Cobija)

Dirección y dramaturgia: Sebastián Olano