Transitar los lugares comunes

¿Cómo comentar esta obra de teatro? Nos lleva a muchos lugares comunes que uno vivencia a diario.  Lugares comunes de lo barrial, lo hogareño, lo cotidiano, lo familiar, lo mental. Nazareno Molina como director e intérprete nos muestra y manifiesta, con estilo Gallazesco, las “espinas” de esos lugares comunes donde el ser humano circunda en cada momento y circunstancia.

La historia se desarrolla en el comedor de la casa de Modesta quien, desde hace un tiempo, padece la enfermedad de Alzheimer. Junto a ella Nicolasa, la señora encorvada y desalineada que la cuida y cree entenderla y Milagros, la pequeña bebé a quien todos defenestran por su aspecto físico. Estas tres mujeres son las más débiles, y, casualmente, las depositarias de todo el odio y conflicto que las rodea. Es vísperas de Nochebuena se desata una pelea sin retorno entre los hermanos y familiares de Modesta. Conflictos del pasado que resurgen y secretos dolorosos salen a la luz. El final, inesperado, deja a todos boquiabiertos.

Presentada como comedia, Una espina en el zapato transita el drama de una familia asediada por el oportunismo y los secretos. Los actores desarrollan sus roles con la fluidez y el dramatismo que merece cada acto. Así, el público no solo se ríe a carcajadas por los ácidos remates de Nicolasa, sino que también permanece en absoluto silencio ante los secretos develados. Es llamativo el balance escénico, sin fuga en su paleta de colores, como así también, el balance de los personajes en la tarima. Destacable el trabajo de Sabrina López Hovhannessian en la adaptación escenográfica.

Una obra que invita a reflexionar sobre la familia, los rencores y los secretos. Esas espinas en nuestro andar por la vida, nuestra familia, nuestros hermanos, nuestros conocidos, nuestras enfermedades y desviaciones, nuestra salud. Esas espinas no solo la portan los seres que nos rodean, sino que esos seres costumbristas creen sacárselas de sí para clavarlas en los más débiles.

Ficha:

Dirección General: Nazareno Molina