Todas las revoluciones juntas

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Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: Domingos 19 hs. en El Extranjero Valentín Gómez 3378

  • Prensa:

    Prensa: Carolina Castro

 

Arte y política entrecruzados

Es una obra performática que tematiza una denuncia, en su acontecer polemiza la noción de obra de arte y deja manifiestas las tensiones entre hacer arte y política.

¿Para quién hacemos obras de arte?, ¿para quién escribimos?, ¿para quién enseñamos?, ¿para quién actuamos?, ¿el arte sirve para algo?, ¿cuál es la relación entre las obras de arte y la política?, ¿es posible representar a Walsh?

Estos son algunos interrogantes que el escritor y director de la obra, Mariano Tenconi Blanco, atraviesa en este palimpsesto inspirado en la figura del escritor.

Tres sujetos aparecen en escena con la cara pintada de blanco. Un narrador (Horacio Banega) lee en primera persona, un músico (Ian Shifres) toca el piano y en el centro de la escena, un escritorio, una máquina de escribir, una pila de papeles, un whisky, un arma calibre 22 y la figura de él,  Walsh. (Horacio Marassi) Tres lugares diferenciados en el espacio, tres cuerpos que rotan de lugar, todos de alguna manera son Walsh. Pero “no se puede hacer de Walsh”, afirma la voz del narrador.

Difícil de definir, la pieza opera como mecanismo múltiple,  habilita muchas posibilidades de lecturas sobre Walsh.  Este escritor, periodista, artista y militante, nos revela que si se quiere hacer política no se puede usar la ficción. “El arte no es arte si se lo hace bien y si el arte es bueno, es un producto que sigue parámetros de belleza, se comercializa y es burgués»

Aparece un Walsh dolido, abatido, que no puede escribir. Y cuando empieza a hacerlo no anda la letra “p” no puede teclear “política” “proceso” “pueblo”. La metáfora es profunda y la imagen bella, en un momento de furia el escritor revolea los papeles hacia arriba, se proyecta una luz azul y las hojas blancas caen al suelo, es sublime ese instante.

Todo escritor crea mundo, dialoga con otros escritores y con lo escrito. El no puede escribir la carta que tiene que entregar a la junta. Inventa un nuevo lenguaje, un lenguaje revolucionario, una forma de comunicación que pueda distinguirse del lenguaje del enemigo, un lenguaje de izquierda, donde no existe el yo, sino el nosotros.

Declina, se da cuenta que es imposible mandar la carta en el nuevo idioma, antes debería conocerse y propagarse entre la izquierda, la izquierda tendría que ponerse de acuerdo. No tiene sentido, llevaría años.

Finalmente termina la carta, pero para entregarla debe travestirse.

Para hacer política Walsh inventó un género nuevo, la non-fiction. Tenconi parte del gesto  Walshiano y propone una non-ficción performática, se aleja de lo solemne. La ficción como política de lo imposible. Crea algo desbordante, para luego proyectar el manifiesto de una inconformidad, no sólo con aquel modelo económico sino también la comparación con el actual.

Walsh, hacia literatura fuera de la literatura. Acá no puede haber representación, no se puede teatralizar el horror. Quizá la literatura sirva eso, para revivir a los muertos.

Walsh es una guerra de ficciones. ¿Todos somos Walsh? No, es de la historia.

Todos conocemos el final.

Ficha:

Actor: Horacio Marassi

Dramaturgia y Dirección: Mariano Tenconi Blanco

Categorías: Reseñas

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