La cofradía del tango

Una distopía en la que una secta de adoradores del tango sujeta a sus adeptos bajo un estricto régimen a base de consumo de televisión por la tarde y baile porteño por la noche, en la que hay una perra adicta a la marihuana (interpretada por la conocida bailarina Mariela Anchipi) y una emperatriz irascible que ordena cuadros de baile virtuosos es Thriller, obra llevada adelante por la Compañía Tempotango, que desarrolla piezas en el complejo Hasta Trilce hace ya seis años.

La obra demuestra el virtuosismo de los bailarines y presenta una efectiva puesta de brumas y misterios, que durante el comienzo de la misma logra el objetivo de sumergir a los y las espectadores bajo una atmósfera intrigante. Sin embargo, la trama se presenta débil: parece ser solo un pretexto para el despliegue de los cuadros de baile, que por su parte son de excelencia y musicalizados por las grandes obras de Astor Pantaleón Piazzolla y de algunos autores contemporáneos, como el propio Michael Jackson, con la canción que da título a la obra.

Hay también pizcas de humorismo que resultan efectivas, ya que arrancaron las risas de la platea que vale decir que colmó localidades (mérito no menor en tiempos en que los consumos culturales pagos son los primeros que la gente abandona en tiempos de crisis económica) y refuerzan con momentos de diálogo en los que la palabra enunciada entra en escena, la trama que aun así resulta difuminada.

Tras los aplausos finales, el director de la compañía, Ignacio González Cano, afirmó tener espectadores que provienen del mundo de la danza. Sin ser requisito excluyente, desde ya, es esta una expresión de la orientación de la pieza, que va por el lado de la expresión corporal y el impacto de un cuerpo en movimiento, gritando, zapateando y, principalmente, bailando.