Te espero en el auto

Te espero en el auto

Ficha

  • Prensa:

    Bajo en octubre

 

La familia anti Ingalls

¿Qué familia está exenta de dinámicas excéntricas para el ojo externo? ¿Cómo abstraerse de nuestra normalidad misma, nuestras costumbres diarias? Imposibilitados de ello, no queda más que mirar cuadros familiares ajenos con comprensión y, sobre todo, con humor. Y qué mejor para ello que éste tierno grotesco familiar de nombre Te espero en el auto, de Fernando Schor.

Beatriz Mayorga, Julieta Cosentino, Martín Calvo, Albert Jabij, Claudio Carabajal integran ésta familia disfuncional. Los personajes son el padre maltratador y diferenciador de hijos con su taller mecánico familiar, el hijo inútil, su hermana mimada, el amigo familiar de toda la vida (que resulta un desopilante profesor de streching) y quien viene a cortejar a la favorita del hogar. Con la premisa simple y efectiva: el choque de culturas; ellos, de tradición barrial de clases media de oficios y él, caricatura de Puerto Madero dedicada al oficio moderno de la fotografía para el marketing. Pero la propuesta se potencia con otro eficaz artilugio: la escena se repite 3 veces, rotando los personajes. Quién empieza como páter familiar termina como el hijo mimado, frecuentado por la que en principio fue cortejante y luego pasa a ser la lady de country. El resultado es un desopilante juego teatral cargado de risas.

La puesta sigue la línea de su planteo teatral. Basta una mesa, unas sillas y comida dominguera para recrear ese espacio familiar tan cercano y verosímil. Suma mucho además un fuera de escena bien construido: el baño, el taller mecánico, la cuadra barrial cuidada por vecinos. No tarda mucho la platea en verse inmersa en pleno Mataderos, como testigos invisibles de esa dinámica familiar tan jocosa.

Te espero en el auto, a dos años de su estreno, propone a la platea una entretenida comedia familiar, con su cuota de grotesco. Ligera y lejos de pretensiones (dos características que a veces carece nuestra sobreoferta de teatro under), asegura  un teatro sincero y sin opacidades, con risas transparentes y su cuota de identificación y reflexión sobre la normalidad familiar.

Categorías: Reseñas

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