Invitación a la insatisfacción

Luego de que el comienzo narre la relación de Danielle, una estudiante universitaria, con su «sugar daddy», Seligman describe como contexto a una familia yendo a un funeral de la comunidad judía. La directora encuentra el mundo que repele, en ese lugar, que se presenta auspicioso para desplegar la machista posición del hombre casado, que como si nada intenta legitimar el ademán de la ideología dominante.  Mientras come, Danielle se atraganta y tose, al escuchar que su «sugar daddy» casado y presente ahí mismo, acaba de tener un bebé. La decadencia del ser humano atraviesa procedimientos éticos y morales, pero el sistema lo castiga aún más si se entromete con religiones.

La hipocresía total no deja nada afuera para lograr ser como tal, el tono de comedia negra se suscribe a través del lenguaje que se convierte en puesta en escena.

De todas formas la estrategia narrativa es elocuente, el deseo expresado por Danielle, acerca de trabajar de niñera, se condice con la aparición de la mujer del “sugar daddy” con el bebé al funeral. Ella dirá: -necesitamos una niñera-, cuando Danielle se da vuelta y da unos pasos atrás, que siempre son incluídos en plano.

El suspenso es diseñado con particular atractivo por medio de la música, de los sonidos, del llanto del bebé, y de los primeros planos levemente contrapicados, en la típica charla que tiene a la protagonista como centro de atención, acerca de con que trabajo inmediato podría resolver su futuro.

Si la idea era incomodar al espectador por medio de lo que es explícito pero se oculta, Emma lo consigue haciendo uso de un delicado diseño sonoro y una composición que agiganta el rostro de los personajes, con la función de acercar al espectador sobre ellos. De que forme parte de la incomodidad.

 

Ficha Técnica:  

Guión: Emma Seligman.

Dirección: Emma Seligman.