Protocolo Cabrera

Ficha

  • Prensa:

    Varas Otero

 

Potente y cruel sátira de nuestros días

Un inescrupuloso empresario italiano, amigo del fascismo y de lo antipopular, con vínculos espurios entre las más altas esferas del poder, nos brinda su decálogo de “Ideas de mierda” que nos permita vivir en una sociedad mejor. Una telefonista de un servicio de emergentología poco entusiasta con su labor y poco empática con el otro, despliega sus dotes evasivas para sacarse de encima a cuanta víctima desesperada recurra en su ayuda. Una política fácilmente reconocible y que se autoproclama valkiria de la democracia, se ufana de su status mientras se regodea de los incautos que siguieron sus postulados ciegamente, a costa de todo. La dueña de una pyme familiar quebrada, que tras los infortunios laborales sufrió los embates de su cuerpo deteriorado, ahora ha quedado a merced de un sistema de salud inexistente y ficticio. Una panadera “que lo votó” y que por tal motivo, reclama fervientemente ser escuchada en sus reclamos por la autoridad máxima de la casa rosada. Una actriz –¿su alter ego?- llena de miedos, que nos cuenta un hecho que la marcó traumáticamente a partir del cual le tomo aprehensión a la gente, y del que pudo salir ilesa gracias a ser reconocida por “la que siempre hace de sirvienta en la tele”. Todos -absolutamente todos- personajes ricos, extremos, crueles, reales, que nos espantan y a su vez nos encantan, circulan uno detrás de otro como por una pasarela que refleja la realidad de nuestros días, tan fuerte, sórdida y violenta como ellos mismos.

Protocolo Cabrera es un exquisito unipersonal escrito, dirigido y protagonizado por la excelente Mónica Cabrera, cuyo humor ácido e inteligente la colocan en un lugar de privilegio entre las actrices cómicas nacionales. Solita con su arte, en casi hora y media de espectáculo, compone magistralmente a cada uno de esos seres que reflejan una partecita de la sociedad que nos rodea, cada uno distinto, diferente al otro, heterogéneos y únicos, unidos por la magia, la sensibilidad y la creatividad de la actriz que les da vida. Escenario despojado, como si fuera el backstage de una obra teatral, ocupado solo por algunos objetos (realizados por Laura Sánchez), que le sirven a la protagonista para entrar y salir de cada uno de los cuadros que conforman este abanico de situaciones. La música y las luces complementan la acción dramática y posibilitan los cambios de escena. El resto es solo trabajo de actor –de actriz- que en determinado momento sale de su estado solitario para jugar un intercambio con quien es la asistente general de la obra, Sofía Herrera. Lo demás es puro Cabrera, cien por ciento Cabrera: mente, cuerpo y alma que habitan el espacio, en una combinación perfecta de sensaciones y emociones que se disparan ininterrumpidamente al público, generando un ida y vuelta constante y enérgico.

Protocolo Cabrera se presenta como una obra cómica pero de esas que te hacen pensar desde comienzo a fin, para preguntarnos verdaderamente “de qué nos reímos”. Nuestra coyuntura trágica en clave de humor. Como si a través de la risa se nos inoculara un virus de los más complejos y mutantes, que nos hace reir y llorar a la vez. Cabrera lo sabe. Ella es punzante, sagaz y astuta, domina su arte y nos envuelve en él, y nosotros caemos rendidos en su red, que nos atrapa y a su vez nos conecta, para revincularnos en una realidad que nos pertenece inevitablemente. Imperdible.

 

Ficha

Dramaturgia, dirección y actuación; Mónica Cabrera

Categorías: Reseñas

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