Donde hubo fuego, cenizas quedan

Al ingresar a la sala lo primero visible es la mesa, bien centrada e iluminada. Testigo del reencuentro de dos amantes que juraron no verse más y  así, años más tarde,  eligen ese punto de encuentro neutro para llevarnos en un viaje vertiginoso a través de toda su relación.

Dario Dukáh y Tania Marioni, los encargados de dar vida a estos dos enamorados, logran equilibrar a través de sus actuaciones las emociones reprimidas por el deber y las charlas casuales eligiendo los momentos justos para interpelar al público y hacerlo cómplice de su historia. Los juegos de luces acompañados por los sonidos y movimientos bruscos permiten que se delimiten de forma precisa las transiciones entre la conversación presente, los flashbacks y los pensamientos. Pensamientos que resuenan y retumban cuál eco y de a momentos muta en formato de una voz en off. A modo de comodín Mauro Cappellacci se encarga de diferentes acciones y pequeños roles que acompañan a la historia y la enriquecen.

Si bien la acción transcurre principalmente en un café, a medida que se va desarrollando la historia el escenario, aparentemente minimalista, va descubriendo nuevos espacios y elementos. La puesta en escena resalta el ingenio para exprimir cada recurso logrando la metamorfosis de un baño a un teléfono público, así como de un escenario a un salón de fiestas. Los flashbacks que se presentan con videos en vivo enfocan y amplifican ciertos movimientos resignificando la escena y transmitiendo tintes nostálgicos. Estos a su vez modifican las percepciones y el lenguaje no verbal toma protagonismo, que de no ser así por el ajetreo de la escena  pasaría desapercibido.

Dukáh, también director de la obra, logró este espectáculo único, cautivador por la trama así como por su ejecución. La invitación a este espectáculo promete una completa inmersión en esa historia apasionantemente prohibida y muy entretenida.

Ficha

Actúan: Dario Dukáh, Tania Marioni

Dirección: Dario Dukáh