Mañana zarpa un barco

“Romancero Gitano” le dio éxito, pero se llevó amigos y amores. Luego fue a pasear por las barbas de Walt Whitman y reconfiguró su escritura. Pero su verdadera felicidad según entrevistas de la época, llegó en 1933 cuando se subió a un transatlántico camino a Buenos Aires invitado por la Sociedad Amigos del Arte. Venía a presentar “Bodas de sangre” y  al tener un eco más grande que en España pasó pronto del Maipo al  Avenida.  Federico Garcia Lorca se quedó  cerca de un año, y hasta tuvo protagonismo en radio.

“Muchacho de luna” es un unipersonal que trenza biografía, idilio y gran parte de la obra del artista de Granada. Demuestra cómo piensa un poeta que se queda corto escribiendo y se enamora del teatro con la carne y la saliva. Igual que un niño que sabe que es observado permanentemente por la muerte y se dispone a enfrentarla, pero no le responde ni la diosa de las flamencas, ni lo feroz de la soledad, ni la cuarta pared de su desencuentro.

Así Lorca (Paulo Brunetti) descalzo, entregado,  y mirando a los ojos a la oscuridad, interpreta el drama de la cuerda sin alma que lo sostuvo. Llora, canta, provoca, grita. Es un torero sin miedo, una mangata (reflejo de la luna en el agua) de furia.

La decisión de que esta obra se represente en algunos lugares donde el artista pudo sentir reconocimiento sincero  y duradero no es un dato menor, aumenta la evocación  y cumple humildemente su deseo de volver. Se puede disfrutar en Los jardines del Palacio Noel, lindero a la casa de Oliverio Girondo, donde hace casi cien años García Lorca abrazaba el éxito más sólido que tuvo en lo artístico y fraternal.

La iluminación se destaca acompañando las transiciones con suavidad y  encanto místico, pasan días y noches mientras oscurece en los jardines,  mientras se llenan los teatros, mientras las cartas gritan y las guitarras sueltan sus acordes a la luna, para molestar a los poetas sordos y vestirlos de sirenas de vanguardia, que se turnan el cuchillo de Rusalka.

La musicalización que comienza lírica y más tarde flamenca escolta la iluminación y la naturaleza que rodea al actor, en perfecta armonía. Cada fragmento musical es sincero y para nada pretensioso. Es frontal pero en su justa medida, es sorprendente e impredecible como el viento que toma un papel sin permiso, y sugestiona al público leyendo los mismos presagios.

Muchacho de luna de  Oscar Barney Finn (Director recientmente premiado con un ACE  de oro) es un elixir que vive en su maestro y es prestado a un actor que atrae al público al imaginario de un poeta.  Un buen regalo para fecundar el alma, o una venganza para enardecerla.

Ficha

Intérprete: Paulo Brunetti

Participa:  Ligüen Pires

Director: Oscar Barney Finn

Género: Drama