La Señorita Julia

La Señorita Julia

Ficha

  • Prensa:

    Prensa: Caro Alfonso

 

Una rebelde con prisa y causa

La señorita Julia es una pieza emblemática que reflexiona sobre los vínculos, y como éstos son atravesados por el poder, las condiciones de clase y la desigualdad de género.

La obra del dramaturgo sueco, August Strindberg, es en la versión de Cristina Banegas un trabajo basado en la adaptación de Alberto Ure y José Tcherkaski (1978). Esta obra, se estrenó como una coproducción argentino-uruguaya en 2016 y hoy está disponible en la cartelera porteña.

Protagonizada por Belén Blanco como (Julia) Diego Echegoyen como (Juan) y Susana Brussa como (Cristina) ésta tragedia, escrita por primera vez en 1888, hoy se resignifica y nos invita a cuestionarnos sobre la violencia de género e incluso sobre la concepción del género mismo, en este caso, desde el resentimiento de clase acumulado en el mayordomo, hasta la oposición femenina que desde una visión machista redunda en sumisa o puta.

La trama comienza en el marco del festejo de la Noche de San Juan, celebración que marca el inicio del verano. Apenas iluminada con una luz tenue Cristina (la cocinera), se lava los pies mientras los acordes de una guitarra impulsan movimientos espasmódicos en la Srita Julia (hija del Conde).

Un corazón frágil, ansias de libertad, falta de amor, y emociones encontradas desbordan a la señorita que trasciende su condición y asiste a la fiesta de los sirvientes.  Se vincula con un lacayo y es a partir de este encuentro amoroso, que se modifica todo. La violencia, la sumisión y las relaciones de poder se invierten.

Es una puesta que incluye mucha corporalidad, las interpretaciones abordan una fragilidad extrema en cada uno de ellos.  Hay mucho erotismo, el cual es acompañado por un registro de voces que hacen que la representación del acto sexual entre la Srita Julia y  Juan, como la masturbación de Cristina y sus gemidos resulten verosímiles.

La intensidad  es percibida desde las imágenes construidas, potenciadas por el juego de luces que operan iluminando con mayor o menor intensidad en cada caso, junto a la multiplicidad de espacios que permite que sin romper la dinámica de la acción los personajes puedan cambiarse en escena, incluso construir otro espacio de referencia, como cuando se la ve a Cristina en misa, mientras la Srita Julia y el mayordomo  están en la cocina.

Todo ello, junto a la musicalidad que acompaña a cada escena, sumado a los diversos registros de voces y el ritmo instaurado por la articulación entre el tono de la voz de un personaje junto al sonido generado por la acción de otro, como por ejemplo, cuando la señorita julia habla cada vez más rápido y él afila un cuchillo, hacen que el público vaya transitando en su propio cuerpo los diversos niveles de tensión.

El vestuario y la escenografía es de época, son pocos los elementos ubicados en el espacio. Es destacable el recurso utilizado para representar la figura del conde a través de unas botas de gran tamaño que proyectan luz desde su interior.

Como toda tragedia tiene un final funesto, que vale la pena ver y ser pensado. Al finalizar la función Diego Echegoyen tomó la palabra, para preguntarse ¿Dónde está Santiago Maldonado?

 

Ficha:

Dirección: Cristina Banegas

Con Belén Blanco, Diego Echegoyen y Susana Brussa

Categorías: Reseñas

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