Un teatrito de las orillas

Esta obra recupera la cosmovisión de un grupo de artistas de la costanera sur. Es un viaje al interior de los bordes, un recorrido por el fondo de la olla.
La rascada reivindica la esencia de aquellos actores músicos y bailarines que no forman parte de una élite cultural. Nos acerca a sus singularidades, su cotidianeidad, sus deseos y frustraciones, su cansancio y agonía, mientras esperan a que llegue el público para poder representar sus números.
Inspirada en el año 1956, a un año de la revolución libertadora y en un contexto social en el que se trataba de desterrar vestigios peronistas. Con un gobierno militar al frente, que reprimía a las organizaciones sindicales, para eliminar conquistas sociales y políticas nacionalistas. Un entorno dividido socialmente, donde algunos buscaban pertenecer y otros se aferraban a su identidad.
La pieza nos muestra el detrás de escena de una compañía artística que más allá de la miseria, no pierde la esperanza y sobrevive con el deseo de triunfar.
La mayoría son artistas de varieté, sin embargo, algunos de los miembros de la compañía vienen del Teatro del centro, del Maipo. Por momentos esas distancias quedan bien marcadas, pero la situación en la orilla es conocida por todos “un día comemos faisán y otro día comemos las plumas”
La puesta es modesta y acorde, las publicidades gráficas sobre la pared, la presencia de damajuanas de vino, cajones de hierro, envases antiguos, el vestuario y el modo de enunciación, son elementos que operan como huellas que remiten a la época.
La trama muestra al teatro dentro del teatro, se desenvuelve paralelamente en dos espacios, un pequeño escenario que se traslada cada vez y el camarín donde observamos su acontecer diario. Todo ello enmarcado en una lógica que se repite, Poliquico se fija si hay público, Mimí canta, se traslada el escenario al proscenio y se muestra un número que no concluye porque la gente se va. Ese entramado oscila entre los números que se presentan y la convivencia de estos artistas en un detrás de escena que nos permite espiarlos, palpar el sabor amargo de sus frustraciones y enredos amorosos. Pero asimismo está atravesado por conflictos (como el robo de un anillo, una ceguera, una amenaza inesperada) que muestran las miserias humanas y la nostalgia de un pasado en el que “las mesitas del público llegaban hasta los sauces”.
Los números que caracterizan a este grotesco son La cantante Mimí, El Muñeco Cleto, Justa y Celina que recitan frases acompañadas por un guitarrista. La mujer perro y su domesticador Ulises, Poliquico y la Enanarquista contadores de chistes y el novedoso espectáculo del Mimotango.
Los personajes son únicos y complejos en sí mismos, las interpretaciones están muy bien logradas en todos los casos  y hay una construcción desde la grupalidad digno de ver.
La expresión corporal que se puede observar en la mujer perro y en Mimí cuando queda ciega es impecable.
Mención aparte merecen los temas de cumbia en versión tango. Este recurso actualiza y hace de este material una pieza viva que dialoga con nuestro presente.

 Ficha:

Actúan: Verónica Alegre, Fabio Camino, Esteban Ciulla, Laura Domínguez Lase, Juan Ignacio Flores, Ana Carolina García, Santiago Garcia Ibañez, Vivian Luz, Juan Francisco Reato, Roco Saenz, Joaquin Saldaña, Selene Scarpiello, Victoria Zaccari, Fernanda Zappulla

Dirección: Andrés Binetti