Amor en polvo

Marta y Juana son dos mujeres de pueblo, vecinas, amigas y eternas rivales. Enamoradas ambas del mismo hombre, se enteran que muere de manera repentina y deciden quitarse la vida.

Ambas se encuentran en el más allá, no se detienen por nada en el mundo y continúan con la pelea por ese amor que tanto anhelan.

Marta (Rosario Albornoz) y Juana (Solange Martínez) se enloquecen buscando a su amor perdido, que ahora debe encontrarse con ellas en el cementerio.

“La vida quizás no es más que un sueño de la muerte”, comienzan a plantearse como punto de partida.

Ambas construyen un dúo desopilante, generando situaciones alocadas, cosas que uno no se imagina en esta vida terrenal que le puedan llegar a pasar a alguien en la vida espiritual del mas allá.

Los muertos escuchan, sienten, aman, extrañan, ríen, lloran, exactamente igual que los vivos. También pelean, más en una competencia eterna como las que les toca a las dos.

Si hay algo que no tienen es miedo a la muerte, menos al cruce con Dios, un ser supremo, comprensivo, pero que está muy atareado y no siempre puede responder.

El tiempo como eje de la obra es muy interesante, segundos que se hacen minutos, horas que se hacen días, meses que se hacen años. Cuantas veces dejamos cosas en el tintero para después, siendo a veces después imposible hacerlas.

Rosario y Solange hacen una combinación perfecta, mostrando dos mujeres fallecidas que no las para ni la muerte, muy elocuentes, competitivas, donde hasta en esos momentos hay tiempo y mucho para seducir, enamorar.

A la vez, tiernas, reflexivas, especialmente cuando reciben el sí que tanto esperaban, ese que le pone fin a todos los problemas.

Una obra del maestro Rafael Bruzza, que hoy dirige Alfredo Da Silva Lima, en la que una vez más se inicia el juego tan maravilloso de plantearnos el sentido de la vida, de la muerte, donde la respuesta es difícil, aunque seguro hay humor y amor.

 

 

Ficha:

 

Elenco: Solange Martínez (Juana) y Rosario Albornoz (Marta)

 

Dirección: Alfredo Da Silva Lima