De educadores y educandos…

Una maestra -descendiente de las primeras educadoras bostonianas que tocaron suelo argentino, traídas al país por el “Padre del aula” a finales del 1800-, es interpelada en una comisaría por sus procedimientos no muy pedagógicos e incluso un tanto extremos en su labor profesional. Docente exigente, estricta e híper rigurosa cuyo objetivo supremo es sembrar conocimientos, saberes e instrucción en aquellos terrenos secos y áridos producto de la más profunda ignorancia. Cultivar almas pobres de intelecto, marchitas en la oscuridad del desconocimiento, alejadas de todo tipo de razón. Su vida, al igual que la de sus ancestros, ha sido bregar por el exterminio de la ignorancia, sea como sea, aplicando los métodos más crueles y bestiales. Incluso ha dejado de lado lo civilizado de su accionar para dar rienda suelta a lo bárbaro de su temperamento y proceder en pos de la enseñanza salvaje. Para eso no ha escatimado recursos, incluso sometiéndose a la crítica implacable de sus colegas. Pero nada ha mellado su lucha fervorosa, ardiente e incansable para intentar llevar luz a esas mentes carentes de toda instrucción. Exponiendo los motivos que la llevaron a desempeñar su rol tan impiadosamente, es ella quien ahora se enfrenta con sus propios miedos y oscuridades en esta lucha atroz, armada por la más eficaz y brutal de todas las armas: el lenguaje.

Gonzalo Demaría es el creador de este unipersonal provocador, crudo y de humor ácido, que pone sobre el tapete el fracaso de la Instrucción pública proyectada por Sarmiento. Martín Blanco realiza una impecable dirección  de la obra, en un espacio semi despojado, donde aparecen y desparecen personajes imaginarios con los que interactúa la protagonista, en un despliegue escénico súper dinámico que mantiene la tensión dramática de comienzo a fin. Increíble trabajo actoral de Lucila Gandolfo, que se lleva puesta la obra con su maestra indomable, en un recorrido dramático sumamente intenso y expresivo que explota por doquier con su cuerpo y con su voz. El manejo estético y refinado que hace de la palabra en su desempeño discursivo es admirable. El destacado vestuario de Sofía Dinuzio enviste de carácter a este personaje que con su sola presencia ya inspira saber y autoridad. La iluminación y la escenografía están a cargo de Gonzalo Córdoba, completando esta puesta donde la correcta elección de los recursos favorece la narración dramática.

“La maestra serial” es una muy interesante propuesta para ir a ver que nos lleva a reflexionar sobre el lugar que ocupa la educación pública en la sociedad, cómo esta fue concebida, sus aciertos y sus desaciertos, y también sobre el rol del docente en este devenir. El conocimiento como herramienta de poder al que no todos lamentablemente tienen acceso. Lo revolucionario de la palabra y del saber. Para reír y para repensar aquello de que “al darle el saber le diste el alma”.

 

Ficha:

Autor: Gonzalo Demaría
Actúa: Lucila Gandolfo

Dirección: Martín Blanco