La carta silenciada. Isabel de Guevara

La carta silenciada. Isabel de Guevara

Ficha

  • Datos de funciones:

    Funciones: Lunes a las 20:00 hs.
    Teatro del Pueblo. Av. Roque Sáenz Peña 943. Tel: 4326-3606. CABA
    Duración: 60 minutos

  • Prensa:

    Prensa: Natalia Bocca

 

Cuando los ecos nos la devuelven

La carta silenciada logra hacer visible la intimidad del “proceso conquistador” (la historia del choque de culturas, sangre y dominación que asolaron estas tierras) dentro del seno de la propia avanzada española, por mano de una mujer que resultó una de las pocas, sino la única, referencia femenina que lo describiera.

Se sabe poco y nada de Isabel de Guevara. Llegó, junto con otras mujeres (rondaban la decena), en la misión colonizadora liderada por Pedro de Mendoza, que arribaría a la costa occidental del Río de La Plata, y en donde éste, en 1536 fundaría la ciudad de Buenos Aires (en aquel entonces Santa María del Buen Ayre).

La hambruna y la guerra con los indios redujeron la capacidad española, e Isabel junto con las demás mujeres de la expedición debieron muchas veces hacerse cargo de los hombres malheridos, agotados; así como de las tareas que anteriormente ellos llevaban adelante con exclusividad.

Luego de veinte años llenos de vicisitudes que incluyen remontar el río hasta llegar a Asunción, Isabel le escribe una carta a Juana de Austria, Regente de los Reinos de España, contándole acerca de la vida y los sucesos ocurridos en tierras americanas durante esos tiempos oscuros, y reclamando justicia, ya que ella, tras haber trabajado tanto o más que los hombres, no recibió la misma paga que ellos. “Ingratitud” es la palabra que utiliza en la misiva para dar cuenta del trato al que ella ha sido sujeta.

Tal vez la obligada exploración de su propia fortaleza interior, o el autoconocimiento que había alcanzado al ver cómo sus compañeras de género se desempeñaban con vigor en momentos tan críticos, son los elementos que convencen a Isabel de que su carta debía ser dirigida a otra mujer.

Mónica Villa construye un personaje de entereza y con consciencia de sí. Pone en su voz y en su cuerpo el alegato de Isabel, revelando el mundo interior de una mujer que ha sufrido lo inenarrable, pero sigue tan plantada en sus convicciones como para sostener valientemente su defensa.

Alicia Muñoz es la autora de esta obra. Sus textos poseen claridad y elocuencia, dotan de potencia a Isabel, siendo esquivos a la vana idealización.

La dirección, a cargo de María Esther Fernández, se encuentra atenta al detalle.

El espacio se ofrece vacío de objetos o de arquitectura que pudieran servir de descanso o punto de apoyo a la actriz.

Sólo una pequeña tarima destaca en la austera escenografía, y en ella, en esa negrura del espacio, cada gesto de Isabel está desnudo a nuestra mirada y cada mínimo sonido que emite se multiplica para nosotros en sus posibles significados.

Ataviada con un deslumbrante vestido (es obra de Pablo Battaglia el diseño y realización de vestuario), Isabel se desliza por el escenario, transportando a los espectadores a través del tiempo y del espacio – en el bergantín español, en el fuerte edificado tras el desembarco, remontando el Paraná, en Asunción, de rodillas frente a la princesa, en la España de su juventud.

Más de 460 años después de aquella carta sobre la cual desconocemos si obtuvo respuesta, un equipo de talentosas mujeres (María Esther Fernández, Mónica Villa, Guadalupe Berrino y Alicia Muñoz) recobra la palabra escrita de Isabel de Guevara e imprime sobre este documento histórico silenciado, la marca de su propio sello.

Ficha:

Con: Monica Villa

Dirección: María Esther Fernández

Categorías: Reseñas

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