Teatro- experiencia
El edificio de Industrias Metalúrgicas y Plásticas Argentinas (IMPA) ubicado en la zona de Almagro, precisamente en la intersección de las calles Querandíes y Rawson se convierte en un espacio experimental y poco frecuente de teatro. “La Fábrica” realiza actividades culturales desde hace dos años y se puede participar de diferentes talleres como Fileteado porteño, danza, canto, o teatro, entre muchas más opciones. En esta oportunidad, de la mano de Paul Caballero, 14 actores en escena y músicos en vivo, se recrea una historia verídica sobre la violencia de género.
Las escenas se despliegan en el 2º piso del edificio: Un lugar oscuro, sórdido y frío que funciona como marco justo para experimentar junto a la protagonista las sensaciones de angustia, asfixia y sobre todo de soledad. El público guiado por un oficial es conducido hasta la puerta donde se desplegará la obra, da los avisos necesarios para que los espectadores sólo se desplacen hacía la luz…Se ve un hombre apresado con gruesas cadenas que se reprocha pero no deja de avalar y justificar su conducta: Ella me llevó a matarla, Ella quería que la mate, buscaba eso…
La puesta va recorriendo diferentes espacios y los espectadores se van desplazando junto a los actores para presenciar y ser testigos de la brutalidad de un hombre que no quiere soltar a una mujer; la besa, la droga y la humilla. Como piezas sueltas de un rompecabezas, el público viajará en retrospectiva y descubrirá los pasos que condujeron al crimen. También, como eslabones que acrecientan el desconsuelo de la víctima, tendrán participación en la trama, la familia: hermanos de ella (El varón que cuestiona, la mujer que comprende) y la madre de él ( Se ponen en tela de juicio los patrones de conductas sociales ligadas a la religión, el poder de Dios, y al miedo) Lo que se espera que se deba hacer, lo que se calla o eso a lo que uno se enfrenta y confronta es el hilo conductor que une las piezas de “Insania” .El silencio persistente de una sociedad que no logra romper el mandato rígido y patriarcal que solo obra imponiendo el miedo.
Frente a lo duro y sórdido de la puesta se contrapone un texto dramático sutil y poético en la voz de la protagonista. Las palabras bellas se pronuncian y brotan como ahogadas desde un rostro invadido por el horror.