El pronóstico estima: Inestable, con fuertes probabilidades de risa.

La cita es en el patio del Centro Cultural Recoleta a cielo abierto, entra la noche a medida que avanza la obra, el escenario está entre dos árboles, las luces teatrales son las suficientes, igual que los objetos los necesarios, los ruidos del ambiente calzan a la perfección, el espacio atípico vuelve todo más inestable. Entonces la obra se torna más rica en recursos actorales -con una fuerte referencia al clown-. Un texto plagado de imágenes, fácil de leer y apto para todo público sin dejar de ser de una dramaturgia ingeniosa en la que cada elemento, palabra, movimiento o acción están soberbiamente pensados, no falta nada y nada está de más.

La obra comienza con Gadiel Sztryk diciendo que dejemos prendidos los celulares porque por pánico escénico la función no va a comenzar, como puntapié al primer miedo posible, el de salir a escena. Hasta que ingresa Andrés Caminos tímidamente y deciden iniciar igual, aunque la pieza ya esté iniciada. La cuarta pared se derriba y tenemos un indicio meta teatral, ellos hacen referencia al show, es decir, representan a dos artistas que van a actuar y no se animan. El guiño con el público es constante aunque lo perdamos de vista: dicen una línea y nos miran, hacen un gesto y nos buscan cómplices, visten y peinan igual y cada tanto irrumpen con canciones. El límite realidad vs ficción se torna difuso, para nosotros y también para ellos, que se inventan las más disparatas situaciones.

Considero que la frase “siempre se puede estar peor” en este espectáculo toma una dimensión sublime e insospechada, como si fuese la premisa creativa de la cual se alimenta este dúo que mantuvo durante una hora la sonrisa tatuada en la cara de los espectadores. Entre risas desfachatadas se puede escuchar un “soy yo, soy yo” de una señora que codea al de al lado, porque la obra se trata de poner en escena los miedos, las paranoias y ansiedades cotidianas, esas ocurrencias que alguna vez todos pensamos, a tal extremo que no queda otra que reírnos de nosotros mismos. Y si, nos ponen en escena y nos sentimos ridículos. Ahí están manifestándose ante nuestros ojos los más absurdos pensamientos perturbadores del día a día, como una mamushcka que nunca termina, un miedo acarrea otro y ese otro un miedo peor y cuando creíste que se terminaba la mancha de humedad creció y despertó un miedo mayor: el miedo a morir. Esa mancha de humedad que bien podría ser un tumor inventado por la mente, se ramifica por todo el cuerpo hasta aplastarnos, hasta hacernos creer que podemos desaparecer. Es que detrás de tanta risa, se esconden dos tipos que están sufriendo y viven la vida como si siempre estuvieran en riesgo, a punto de colapsar.

Inestable es el tiempo, el amor, la mente, el espacio, las emociones.
En fin, nada es totalmente concreto, fijo o preciso. Pero si la inseguridad te atrapa y la ansiedad determina tu rumbo, vivir se torna insoportable.

Ficha:
Dirección, dramaturgia e intérpretes: Andrés Caminos y Gadiel Sztryk (Los Sutottos)