¿Cuáles son los verdaderos límites?

Una cerca enorme atraviesa el escenario en diagonal, en el proscenio una casilla humilde, que de momento no tiene luz siquiera, del otro lado, no se ve nada.

El dueño de esa precaria vivienda es Genaro (Claudio Gallardou), quien sobrevive como puede, su mundo es “el de afuera”, allí llama a su perro… que no sabe bien si es suyo, pero lo visita y lo quiere, de alguna manera lo adoptó y se relaciona con la gente, con los “vecinos”, crea su propio  mundo. En ese universo también está el Turda (Gonzalo Ruíz), pero hace tiempo ya, trabaja como seguridad del otro lado, es un poco parte del “adentro”, esto lo hace vivir en un limbo entre sus orígenes y su realidad actual, una que quizá tampoco tiene muy definida.

Son amigos y, ubicados uno a cada lado de esa frontera, charlan, comparten, se preocupan por el otro, tienen recuerdos en común, pero claro, las cosas tienen movimiento y cuando se separan, cuando cada uno se sumerge en su realidad y poco incide (incluso poco importa) la del otro, hay que ver cuanto de eso se mantiene.

Ambos actores logran desde esa relación, construir a sus personajes, ese lazo y como cada uno se para frente al otro, da cuenta de todo lo no dicho y esto se torna fundamental para que la historia se de; son dos trabajos muy comprometidos, que tienen como resultado perfiles creíbles, capaces de traspasar el límite del escenario y llegar al espectador.

Pero no todo queda en esta amistad, ya que un día cualquiera, aparece una adolescente (Julieta Raponi) en la casa de Genaro, una chica que está huyendo de su casa, una enorme casa blanca de la que El Turda siempre habla; al parecer, puertas adentro, las cosas no son tan de película como ellos imaginaban, aunque ellos lo dieran por sentado, no todo es color de rosa y esta chica es fiel reflejo de eso.

Los tres enlazan muy bien entre ellos y generan un clima muy particular, en el que se dice y hace hasta donde se puede, en el que los límites son notorios pero queda demostrado que ante un mínimo movimiento se pueden borrar o rehacer, que no todo es tan fijo como se puede pensar. La sinergia que se genera es muy evidente y si bien se pueden hacer varias lecturas, el pivote de la historia está en el personaje de Genaro y por eso Claudio es quien se ocupa de hacer las veces de hilo conductor, de unión de mundos e historias, distribuir la energía en escena y llevar la curva dramática con mayor énfasis.

Un espectáculo que muestra como varias fronteras confluyen en un mismo lugar, hay una física, otra de clase, una más de intereses, otra de sensibilidades, se puede decir que son tres mundos los que confluyen en ese cerco.

Gastón Marioni desde la dirección, guía al elenco para que los personajes se vean descarnadamente  reales, tan posible de cruzarlos en cualquier esquina como cada uno de nosotros. Muestra con sensibilidad una historia mínima, que seguramente se repite a diario en algún lugar de nuestro territorio (y del exterior también).

El texto de Juan Carlos Dall´Occhio hurga en las fibras sensibles de una sociedad a veces insensible e indiferente, hace foto en una realidad que cuesta mirar pero está ahí, palpable y cruelmente veraz, no juzga, cuenta, presenta los hechos y da lugar a que cada uno saque sus propias conclusiones sobre cómo actúa cada uno.

Una muy buena propuesta, solventada con grandes actuaciones y una buena excusa para hacerle frente a situaciones que ya no se pueden ignorar.

Ficha:

Libro Juan Carlos TITO Dall’Occhio

Asesoramiento dramatúrgico Javier Daulte

Elenco Claudio Gallardou / Gonzalo Ruiz / Julieta Raponi

Dirección Gastón Marioni