Seis grados de separación

Un hombre que ha hecho su camino en la vida, uno de esos personajes que se puede creer olvidable, invisible pero no es el caso; definitivamente fue dejando huellas a su paso, algunas que seguramente no sabía que estaba dejando, involuntarias, impensadas. Ahora es el momento en que cuatro personas cuenten por separado como se relacionaron con él, que recuerdos guardan de este sujeto, historias muy diferentes, pero juntas, lo pintan un poco de cuerpo y alma.

La obra cuenta con cuatro monólogos fraccionados que se intercalan, de esta forma mantienen en vilo al espectador para ver como termina cada una y la unión, va contando quien es ese personaje que no se ve, pero está presente.

Un joven que busca algo que le hable de su propia historia (Ezequiel Díaz), una mujer absorta, indignada y compadeciente (Cecilia Roth), un policía (Guillermo Arengo) y una prostituta (Dolores Fonzi) … todos ellos crearan un mundo aun sin saberlo, porque no interactuan, cada uno toma su tiempo y se explaya…. así como la teoría de los seis grados de separación, ellos están interconectados pero quizá nunca lo sepan.

Hay dos músicos en escena, Fernando Tur y Julián Rodríguez Rona, quienes musicalizan, ambientan y acompañan, incluso se vuelven “extras” en ciertos pasajes.

El espectáculo tiene un formato particular, es un interesante juego de relatos, donde cada uno de los interpretes pone el cuerpo, más allá de lo que dicen, tienen lenguajes corporales intensos para reforzar sus texto. Cuatro grandes actores, que captan la atención desde que dan un paso al frente y logran mantener la atención de los espectadores hasta el punto final.

Hoy por hoy estamos habituados a los monólogos de humor, no es frecuente ver el formato en otros géneros, por otro lado, día a día se busca mayor agilidad y (vaya a saber porque sobre todo en verano) se persigue la inmediatez en escena; ambos puntos hacen de “Entonces la noche” sea una apuesta fuerte y por demás interesante, porque se juega a un formato original (dentro el contexto) y no es de esos espectáculos que dan “todo masticado”, hay que prestarle atención, seguirlo, estar atento para poder armar el rompecabezas.

Su director Martin Flores Cárdenas logra crear una línea tensional, que se va renovando con cada aparición, hace que cada interprete cale hondo en su personaje y realice una interpretación sentida, donde si bien están solos, registran lo que pasa alrededor y le hablan a otro que lo vuelven presente y tangible.

La puesta es muy simple, cuenta con los elementos necesarios, cada uno de ellos cumple una funcionalidad y todos generan un afuera, una “no escena” donde habitan quienes no tienen la palabra, solo algunos elementos, aquellos que tienen que ver con lo música, pasan a formar parte del adentro.

Una propuesta diferente con grandes interpretaciones, que, sin dudas, es una buena opción para arrancar este 2018.

Ficha:

Con: Ezequiel Díaz, Cecilia Roth, Guillermo Arengo, Dolores Fonzi

Músicos: Fernando Tur y Julián Rodríguez Rona

Dirección: Martín Flores Cárdenas