El amor sigue siendo un bien, aunque duela.

En un pueblo de provincia, Sonia y su tío Iván intentan hacer rentable un hostel. El padre de Sonia decide visitarlos junto a su segunda esposa. Al llegar encuentran a un joven médico que también se hospeda allí. En un entramado de situaciones, encuentros y desencuentros, emergen de la soledad de estos personajes la necesidad de encontrarle sentido a sus vidas. El amor unirá como un hilo estas cinco historias. Y estará presente en todo momento. Porque el amor es un bien, aunque duela, y muchas veces resulte imposible de alcanzar. ¿Será que idealizamos el amor? Se preguntará uno de los personajes. Y esa es una de las preguntas que quedara rondando en el aire. Solo una entre tantas. Nadie la responderá. No habrá respuestas cerradas, ni recetas para alcanzar la felicidad. Sus vidas serán el testimonio de aquella búsqueda que está implícita detrás de lo cotidiano, de las anécdotas sin importancia, de las historias al pasar.

La obra escrita a partir “ Tío Vania”  de Antón Chejov estrenada en el año 1900, logra capturar al público. Respetando en gran parte la estructura original, es decir: la trama y la construcción de los personajes. La historia transcurre en esta época dándole la posibilidad al espectador de identificarse con sus personajes, sentirlos cercanos, meterse de lleno en este universo chejoviano. Si el propio Chejov viviese hoy, ese sería el lenguaje de sus personajes y en ese mundo vivirían. La versión de Francisco Lumerman es impecable. Así como también la dirección. La puesta en escena la sostienen cinco grandes actuaciones. No hace falta mucho más.  Se puede ver el trabajo, el compromiso y la entrega de cada uno de ellos. En esto, quizá también se le haga honor a Constantin Stanislavski quien hiciera de este clásico una obra de gran éxito cuando se estrenó por primera vez. Él mismo fue director, pedagogo y teórico de un sistema de actuación que llenó de verdad la escena librándola de estereotipos. Su técnica actoral rompió con un paradigma de la época, donde el teatro estaba poblado de clises y lugares comunes, haciendo que el público se distancie de la escena.  No fue el caso de aquel estreno ni el de esta versión. La dirección, los actores y actrices,  hacen que este clásico se revitalice, respire y siga vigente.

“El amor es un bien” es una propuesta necesaria para un público que busca en el teatro conmoverse, reflexionar y salir de la sala con una historia que por un tiempo largo seguirá dando vueltas por su cabeza.

 

Ficha:

Actúan: Manuela Amosa, José Escobar, Diego Faturos, Jorge Fernandez Roman y Rosario Varela

Dramaturgia y dirección: Francisco Lumerman