En busca de la felicidad

Delia es una mujer de más de treinta años que decide psicoanalizarse. Su vida no es lo que esperaba. Se siente sola. Está estancada a medio camino de algo que no llega. Un síntoma se manifiesta en su cuerpo. Decide dar el primer paso; hablar de lo que le pasa. La pregunta por el padre hace mella en sus recuerdos. Su ausencia es una presencia constante que determina en parte su forma de vincularse con los otros. La madre, cuya postura ante la vida, desborda cierto dramatismo melodramático, será quien la presione para cumplir los mandatos sociales de: formar una familia, ser una buena hija, o una empleada más que eficiente. El “deber ser” es lo que condiciona su deseo. Entre sus cuatro hermanas, toma el rol de mediadora, conteniendo y sosteniendo los vínculos. Eso mismo ocurre en su trabajo, con sus dos compañeras. Cuando ambas discuten ella interviene, ordena, pone límites, cayendo nuevamente en ese rol. Delia pareciera estar ocupada de todo y de todos. Pero se olvida de sí misma. Se siente postergada. Y por eso decide hacer un viaje hacia sí misma. Se da permisos, se cuestiona, se replantea la vida; se anima a ir un poco más allá. Busca encontrar a su alrededor los motivos que le den sentido a su existencia.

La dramaturgia y la puesta en escena es llevada a cabo por Sebastián Suñé, quien logra hacer que, en su conjunto, la obra capture la atención del espectador de principio a fin. El desplazamiento de los actores y actrices en escena, tanto como los cambios escenográficos y las imágenes generadas, reforzando los climas de cada situación, muestran un gran trabajo y dedicación desde la dirección. Hasta el más mínimo detalle de lo que ocurre en escena está cuidado. En las actuaciones, el nivel no solo es parejo, sino que cada uno de los personajes se destaca en su caracterización. El talento de los interpretes encuentra en el escenario el lugar donde volcar, con gran generosidad, todo su potencial. Siendo el humor uno de los hilos que hilvana la trama de esta historia, hasta en los momentos más conmovedores, duros o tristes, los actores y actrices logran sacarle una sonrisa al público. La escenografía de Manuel Escudero se destaca notoriamente. Busca con suma originalidad generar un dispositivo que cuente la historia de la protagonista, en su recorrido por los diferentes ámbitos que atraviesa como, por ejemplo: una oficina, una habitación, una sala de estar. Al comienzo de la obra se muestran cinco bloques ocultando más de lo que dicen. Y en cierta forma, así es. Porque allí dentro todo está guardado. Como un ilusionista crea de la nada algo maravillosamente construido para cada escena.

Delia es una comedia de una gran calidad artística. Las actuaciones, la puesta en escena, la escenografía, los vestuarios, la iluminación, la dirección; son impecables. Una obra que merece ser recomendada. Nos hará reír, reflexionar y por sobre todo pensar en el compromiso ante la vida y en la necesidad de convertirnos en los protagonistas de nuestra propia historia.

Ficha:

Con: LETICIA SICILIANI – KARINA HERNANDEZ – JULIAN INFANTINO – LUCIANA LIFSCHITZ – ANDRÉS PASSERI
DIRECCIÓN SEBASTIÁN SUÑÉ