Cuando lo real atraviesa lo ficcional

Ellos se encuentran en escena a medida que va ingresando el público a la sala. La escenografía retrata un espacio repleto de vestuarios ampulosos, retratos anticuados, carteles desgajados, una máquina en incesante movimiento, un escenario central y diferentes elementos que dan cuenta de un tiempo detenido, como consecuencia de una historia congelada en el pasado de un viejo y olvidado teatro rural.

Antonio y Mateo son hermanos. Sus escenas transcurren entre el recuerdo de su madre muerta, los parlamentos que ella ha sabido interpretar, retazos de cintas de audio, pasajes de sus obras más reconocidas y la decadencia que atraviesa sus vidas y sus almas.

Una delirante mezcla entre la realidad que desborda sus presentes y la fantasía que han sabido construir, amparados por la facilidad que el lenguaje lúdico que el teatro favorece. Todo esto en el marco de un pequeño pueblo de la llanura pampeana, cuyos pobladores los atosigan, los persiguen, los señalan y los violentan permanentemente, con la cruda amenaza de derribar los muros de su hogar y, en consecuencia, derrumbar la utopía que han sabido edificar.

Damián Smajo y Gonzalo Carmona definitivamente ponen cuerpo, sudor y alma en cada una de las escenas. Al verlos actuar, es inevitable como espectador no realizar un paralelismo con actores de la talla de Tortonese o Urdapilleta en sus inicios del Parakultural, con un exagerado grotesco en sus interpretaciones, una deliciosa organicidad y una maravillosa plasticidad. Sus actuaciones son impecables, entre ellos se sacan chispas durante la función y han sabido generar un fuerte vínculo que se denota. Ambos actores, a su vez, tienen la ardua tarea de llevar adelante la dirección de esta pieza teatral de manera deliciosa.

La dramaturgia ha estado a cargo de Damián Smajo quien relata a la perfección y en cuarenta minutos, la disparatada historia de este par de hermanos, la relación tan peculiar que han podido generar, poniendo en juego sus miserias, sus miedos más profundos y sus escasos momentos de lucidez.

El vestuario diseñado por Melina Benitez es austero, pero muy certero. Por momentos ellos llevarán a cuestas los ropajes que usaba la madre y en otras ocasiones, despojarán sus cuerpos de esas emblemáticas telas en función de la acción dramática.

“Como pata de chanco” es una imperdible propuesta del teatro independiente. Con una dramaturgia disruptiva y unas actuaciones notablemente destacadas, se han convertido en una oferta digna de disfrutar. Altamente recomendable si de reírse y romper los moldes se trata.

 

Ficha

Elenco: Damián Smajo, Gonzalo Carmona

Dirección: Damián Smajo, Gonzalo Carmona

Género: Comedia dramática