Epílogo de una relación

Acaba de terminar una obra. Un actor trata de calmar su ansiedad detrás de escena mientras busca las palabras adecuadas para “eso” que va a suceder. Del otro lado alguien espera. De pronto, corre el cortinado y aparece ella, una actriz que está despojándose de su vestuario para volver a su vida real. Él la busca y la increpa. Con una verborragia estremecedora brotan de su boca palabras, oraciones, frases con una puntería certera y cruel hacia una destinataria que recibe entre absorta, incrédula y pasiva. Él está plantando bandera y le anuncia el final de una relación larga construida sobre los cimientos de un amor que ahora parece escurrirse por la alcantarilla. No hay nada que lo detenga, ni la idea de romper con la estructura familiar que los nuclea junto con dos hijos menores. Con absoluta premeditación, su discurso vehemente, enérgico y por momentos violento golpea como bofetadas en el rostro y el cuerpo entero de ella, que recibe sumisamente. ¿Vale la pena seguir una relación sin amor… o cuando este se ha transformado en un triste recuerdo?…

Pero cuando la despedida definitiva se acerca, ella despierta de repente e impidiendo la huida le pasa a contestar cada uno de los planteos, confrontando sus palabras con una nueva versión, diferente, contraria de los hechos. Se ha declarado la guerra y el contraataque es tan feroz como su predecesor. Ya no hay lugar para los medios tonos: un agravio se paga con otro agravio, y será el destino el que otorgue el triunfo al más fuerte. La furia ha despertado en ella y es su turno para repeler cada una de las humillaciones, agresiones y desplantes con la misma crudeza con la que los recibió. Es su turno, y ahora es él el que escucha sin poder emitir palabra; es él quien es víctima impasible del propio monstruo que despertó. Quizás callarse y seguir no sea la solución, pero hablar con palabras hirientes tampoco…

“Clausura de amor” de Pascal Rambert, aquí con la estupenda dirección de Silvina Katz, presenta en primer plano la ruptura de una relación de amor, donde ambas partes se enfrentan en una suerte de duelo dialéctico implacable y doloroso. Construido como la sucesión de dos monólogos consecutivos, de los cuales por momentos el espectador es cómplice de los personajes -a través de la ruptura de la cuarta pared- estos personajes se desangran frente al otro y se complementan no solo en lo discursivo si no también en el lenguaje corporal. La puesta es despojada: el escenario vacío, con un par de escaleras y un camarín de fondo donde se desviste ella. Katz acertadamente pone el foco en el maravilloso trabajo de sus actores, Cecilia Cósero y Mateo Chiarino, quienes despliegan toda su destreza actoral en estos personajes que les exigen todo y más. Las luces de David Seiras, por su parte, aportan intensidad a los climas de máxima tensión y a su vez por momentos le dan continuidad narrativa a lo que sucede en escena. El vestuario de José Escobar –también encargado de la escenografía- destaca este doble mundo de ficción/realidad en el que se mueven los actores/personajes como tales.

“Clausura de amor” es una interesantísima obra que plantea el final de una relación, interpelando al espectador con las dudas, incertidumbres, miedos y situaciones dolorosas que este tipo de duelos ocasiona. Pero también pone de manifiesto la infelicidad que supone el alargamiento de una relación cuando el amor se ha extinguido con el correr de los años, con el transcurrir de la vida misma. Imperdible.

Ficha: Género: Drama

Directora: Silvina Katz

Actúan: Cecilia Cósero y Mateo Chiarino