Y todo comenzó con una cerveza…

El palacio está de festejo y el rey reclama más cerveza para aplacar su sed imparable. Su hermano y su esposa se dirigen a la bodega en busca de la tan ansiada bebida, pero vaya a saber por qué curiosidades del destino, el monarca se empeña en probar “un poquito de veneno”. Discusión, forcejeo y pequeña lucha, el líquido mortal ingresa accidentalmente en el oído de su alteza, quien cae redondo sin vida frente al asombro y desconcierto de su esposa –ahora viuda- y su hermano, Claudio, desencadenándose a partir de este momento una serie de acontecimientos que despertarán la sospecha de la contingencia del destino. Hamlet, el hijo sufriente, recibirá la visita del fantasma de su padre –ahora convertido en una Sombra de aspecto sensual-, quien le abrirá los ojos y lo enfrentará a muerte con su tío y su madre, quienes acaban de casarse. Pero quizás no todo es como parece…

Por lo menos no lo es en esta versión del celebérrimo clásico shakespeariano, Hamlet, ahora reescrito bajo la hilarante mirada de Maxi Sarramone. A diferencia de la original, en esta versión en clave clawnesca la tragedia se esmera por huir. Las muertes –exceptuando la del rey- escapan de la escena, y los buenos y los malos dejan de ser tan taxativos. Las confusiones, los malentendidos y los problemas de comunicación generan todo tipo de enredos, de los cuales son víctimas cada uno de los personajes. Partiendo de la original, pero diferenciándose deliberadamente de la misma, en varias ocasiones los propios intérpretes juegan haciendo guiños cómplices al público, para marcar este intercambio intertextual.

Con respecto a ellos y ellas, vale mencionar el excelente trabajo físico e interpretativo de cada uno, que demuestra el hábil manejo del código bufonesco, donde la plasticidad y la exageración son clave. El mismo Maxi Sarramone compone al sospechado Claudio, Victoria Páez a la ardiente Gertrudis, Hernán Wallace al atribulado Hamlet, y al desventurado rey, Lucía Rossi a la solícita Polonia, María Dipaola a la enamoradiza Ofelia, Paula Zelis al persistente Horacio y Gabriela Torres a la sensual Sombra.

Continuando en la misma línea, el vestuario cortesano de colores llamativos y estridentes, realzan el espíritu vibrante y desopilante de la historia, cuyo elemento sobresaliente son las narices bufonescas. La muy interesante propuesta escenográfica basada en dos paneles con varias ventanitas que se abren y se cierran dejando ver a través de ellas la presencia de los personajes, crea un clima de juego y de interacción muy divertido. La música palaciega y de intriga potencia esos climas, lo mismo que las luces, destacando aquellas situaciones que se aproximan más a la tragedia -de la original-, como así también aquellas que se concentran más en lo cómico -de la actual-. La precisión de la dirección de Leticia Torres permite que el entrecruzamiento de todos estos lenguajes den por resultado una maravillosa propuesta escénica como la que se da con, donde cada aspecto está cuidadosamente trabajado.

En síntesis, “Claudio, el cuento del tio” demuestra cómo un clásico tan cuantiosamente realizado siempre puede encontrar otra mirada, nueva, diferente y respetuosa de la original, que no desvirtúe la esencia de la misma, pero que deje volar la creatividad hacia confines inimaginables. Siempre que sea llevado a cabo por un grupo tan talentoso como el de la Compañía Terca, el éxito está asegurado. Imperdible!

Ficha:

Actúan: Maxi Sarramone, Victoria Páez, Hernán Wallace, Lucía Rossi, María Dipaola, Paula Zelis y Gabriela Torres

Dirección: Leticia Torres