No es cuestión de distancia

El amor es un extraño y complejo sujeto de estudio. ¿Cómo definirlo? Más complejo aún, ¿cómo vivirlo? Estamos en una época en la que se da prioridad a lo individual, a la realización personal, al crecimiento particular  y aun así, nos vemos arrastrados por las confusas pasiones a establecernos como una pareja, a vivir el amor. A transitarlo e intentar dialogar con él, a procurar hacerlo entender, o entendernos a través de él, o hacer que nos entienda.

Cerca es una obra de teatro escrita por Eduardo “Tato” Pavlovsky, que recrea y recae incansablemente en este círculo vicioso que es el amor.  Un círculo que parece no cerrar perfectamente, siempre encontrar nuevos resquicios para la fuga, y aun así, arreglárselas para volver a comenzar. Cerca, una palabra que proviene del latín circa –alrededor– y que expresa una apacible y reconfortante proximidad, y a su vez pone de manifiesto la existencia de una distancia.

De esta forma, bamboleándose entre la proximidad y la distancia­, bailando –o quizás jugando–, Marcos Casetta y Cumelón Sanz (quién por su maravillosa actuación fue nominada como actriz revelación en dos oportunidades durante el 2018) interpretan una pareja que debate incansable y afiladamente sobre el vínculo que mantienen. Con reminiscencias al cine francés de la nouvelle vage estos personajes se encuentran y desencuentran, conversan, se retan, se provocan e incluso se lastiman, representando la condición humana, “desoladoramente aislada”,  en el marco de la sociedad pequeño burguesa.

Todo esto ocurre en una escenografía  que merece una mención aparte. Ganador de Mejor Escenografía en los Premios Luisa Vehil, Guillermo Bechthold crea un espacio que es en todos los sentidos alegórico al tema de la obra. Una plataforma circular que gira impulsada por los actores donde se presentan espacios de un pequeño departamento. La cotidianeidad representada y reducida a tres espacios, tres tercios de una torta, donde los actores trabajan coreográficamente impulsando su tormentosa relación amorosa. El suelo, como una cuadrícula de ajedrez, refuerza la idea de lo lúdico de esta danza (a cargo de la coreógrafa Micaela Minervino) al son de la música original de  Alejandro Babouian.

Detrás de un maravilloso y completo equipo de producción, formado por actores, compositores, escenógrafos y coreógrafos, entre otros; el director Juan Washington Felice Astroga lleva adelante una potente y arrasadora puesta con toda la fuerza que caracteriza las obras de Pavlovsky, y una modernidad y precisión estética muy particular. No te la puedes perder.

Ficha:

Dirección: Juan Washington Felice Astorga
Actúan: Cumelén Sanz, Marcos Casetta