Cruzar el límite

Una excusa maravillosa para reírse a lo grande, sobre todo a los que crecieron durante los ‘90, años bizarros de por sí.

Dos cajeras de un supermercado, Fiorella y Cinthia, aprovechan su horario de descanso para fumar en un depósito y de paso ejecutan un ritual que comparten, que consiste en burlarse de la dueña del supermercado, la señora Sacripanti.

En este juego en el que vuelven a ser adolescentes desatadas por una hora, van saliendo a la luz sus problemas cotidianos. Los laborales: las humillaciones, el maltrato. Los personales: la aridez de un matrimonio rutinario y las amarguras de cuidar a una madre enferma. En el devenir de la catarsis se vislumbra también la enorme envidia que sienten por la jefa, pero sobre todo se devela un tremendo secreto que puede detonar su futuro. Atrapadas por un miedo y desesperación angustiantes, irán alimentando su malestar mutuamente en una espiral creciente que las catapulta a un final inesperado.

Se trata de la primera obra como dramaturga de Yanina Gruden, quien junto a Stephanie Petresky prestan el alma a estas dos mujeres desbocadas. Yanina es una morocha sabrosona de estatura media; Stephanie es una vikinga: alta, de ojos clarísimos y melena rubia. Ese contraste se mantiene en sus personajes, en sus voces y en la manera de encarar la tragedia que se viene. Sin embargo, tienen cosas en común: son compinches de risa franca; ambas tienen la necesidad imperiosa de vivir un cambio radical en sus vidas y cuando derrapan, lo hacen a lo grande.

La obra comienza con una estética de comedia clásica, con personajes levemente estereotipados y a medida que avanza la trama se van agrandando y profundizando; rozan el melodrama y desembocan en una especie de desorden exponencial que recuerda un poco al estilo de Batato Barea.

Con la dirección de Katia Szechtman, la obra logra tratar un tema sensible como es el rol de la mujer en todos los tiempos: resignando deseos, cuidando a otros, sosteniendo proyectos a un alto costo y soñando siempre con futuro feliz, pero desde una postura empoderada; poniendo sobre la mesa todas las miserias y riéndose de ellas.

Las actrices dan todo de sí; un verdadero placer verlas actuar. Mientras lucen los originales modelos diseñados por Lara Sol Gaudini van convirtiendo ese depósito, en la muy lograda escenografía de Estefanía Bonessa y Agustina Filipini en un campo de batalla personal.

Ficha

Actrices: Yanina Gruden y Stephanie Petresky.

Directora: Katia Szechtman

Genero: Comedia