Camille, la maldita

Camille, la maldita

Ficha

  • Datos de funciones:

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  • Prensa:

    Checha M

 

Locura es negar lo que nos hace latir

Una persona se encuentra atrapada en un tejido. Tal vez es una placenta, tal vez es toda una estructura social opresora, tal vez una pesadilla. Lo seguro es que esa persona lucha por respirar, por liberarse, mientras un coro de voces masculinas emite sentencias y mandatos. Finalmente logra asomarse. Es Camille, surgiendo en la obra de Hugo Barcia; un estremecedor recorrido de los días de Camille Claudel en la habitación del manicomio que fuera su última morada.

Escultora talentosa, de sus manos nacían excelsas figuras que Auguste Rodin, su maestro, mentor, amante y también traidor principal, admiraba. Camille pasó gran parte de su vida así, encerrada, pagando por su rebeldía a aceptar ocupar los segundos planos que su condición de mujer le asignaba, o bien, como dice la historia, por desamor. Tal vez fueran ambas cosas, o simplemente, desencanto por la humanidad.

Sobre el escenario, Zuleika Esnal y Camille, se funden.  Ese cuerpo joven y delgado, puede, sin embargo, albergar mucha fuerza. La impotencia ante la injusticia del encierro se convierte en distintas emociones que atraviesan la obra: sorpresa, bronca, pena. Los ojos de Zuleika lloran de principio a fin la tristeza de Camille y su cuerpo tiembla en su ira. No es sólo no ser valorada como artista ni como mujer, es que todo está mal hecho en el mundo: es la misera, la opresión, la invisibilidad de los desfavorecidos.

La dirección de Manuel Callau, la actuación de Zuleika Esnal y el ambiente escénico y lumínico creado por Héctor Calmet logran una imagen de impacto visual y poético. En una caja oscura, apenas intervenida por un banco, un gorro y un paño, la actriz está continuamente bañada por una suave luz blanca iridiscente, que evoca un cierto aire cinematográfico. La economía de elementos colabora con esa visión un tanto onírica y concentra la atención en Camille-Zuleika y esa voz viva que exige y reclama hoy, con una presencia notable. El deseo femenino es percibido como rebeldía y castigado como locura, pero es tan fuerte que es claudicar no es posible.

Un trabajo intenso y movilizador para seguir construyendo caminos de libertad e igualdad.

Ficha

Actriz: Zuleika Esnal

Director: Manuel Callau

Género: Drama

Categorías: Reseñas

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