La calidez del ritmo venezolano

La cantante Amanda Querales cultora venezolana quien comienza su andar por el camino de la música tradicional a muy temprana edad de la mano de su familia, sus padres, Ismael Querales y Zorena Valdivieso, fundadores de la reconocida agrupación Un Solo Pueblo, trae a Buenos Aires todo el folklore venezolano.
Amanda en Cayapa está conformado por músicos Venezolanos y Argentinos quienes con esfuerzo y dedicación han comprendido el lenguaje musical venezolano, ejecutando diversos géneros folklóricos nacionales como Parrandas, Aguinaldos, Golpes Larenses, Sangueos y Merengues.
La cantante venezolana comienza el show con Alumbra Cocuyito que es una canción que habitualmente se le canta a los niños. Luego llevando al público en un viaje geográfico y de géneros musicales Amanda interpreta Oriente es de otro color, y del oriente se traslada a la costa de la Bahía de Cata con una parranda, que entre otros temas logran cubrir cada punto de Venezuela. Entre sus últimos temas la cantante elije un merengue caraqueño de Rubén Blades y como último tema y con gran energía toca El Espanto, en el cual la participación del público es total logrando un gran final.

En cuanto a los instrumentos utilizados Amanda Querales hace uso de un cuatro y de su cálida y acaudalada voz con lo que logra el deleite de todo el público. A la cantante la acompañan una guitarra acústica, un percusionista que se encarga del cajón peruano, el bombo y el palo de agua y completa el grupo un bajista.
Si bien en lo que respecta a sonido hubo algunos contratiempos, Amanda y sus músicos con gran talento y carisma se lucieron para el público en general pase este contratiempo desapercibido. Además el ambiente íntimo que proponía la puesta en escena y la iluminación muy bien lograda llenaba de calidez y alegría el ambiente.
En esta oportunidad Amanda en Cayapa nos presenta un repertorio con sabor a navidad, trasladándonos a diversos rincones del paisaje venezolano, siguiendo la tradición de la celebración decembrina la cual tiene su fin con la llegada de la Candelaria.